Para el año que entra, tendremos instalado un nuevo gobierno, siendo liderado por primera vez por una mujer. Ambas con ideologías y propuestas diferentes: Claudia Sheinbaum del oficialista Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) más sus aliados; y Xóchitl Gálvez de la alianza conformada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Con un enfoque de continuidad en el primer caso, y de mercado en el segundo, para resolver los grandes problemas económicos y desafíos que enfrenta el país.
Dentro de estos últimos algunos destacan por su urgencia y prioridad:
Fragilidad de las Finanzas Públicas. Petróleos Mexicanos, es un barril sin fondo. De acuerdo a datos del Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco), la suma de recursos destinados en la actual administración suma más de 1.7 billones de pesos. No solo es la petrolera más endeudada del mundo, tan solo el pasivo de proveedores asciende a 22 mil millones de dólares, su situación financiera está aumentando el riesgo de degradación crediticia de México. De acuerdo al Instituto Mexicano de Finanzas (IMEF), 40 mil millones de dólares de deuda nominal de Pemex que se está cotizando en mercados secundarios, más o menos 70 centavos por dólar, implica entre 28 mil y 30 mil millones de dólares, sin contar los apoyos que ya se le han dado. Aumentar la carga del soberano con este monto para hacer un programa de recompra de deuda de esta magnitud empeoraría la situación fiscal. De acuerdo a lo declarado por las candidatas a la presidencia, se continuará con la política de refinación del petróleo, donde seguiremos perdiendo dinero, o bien habría una reingeniería en Pemex con personal capacitado y descarbonización, en una ruta de transición, ante el daño ambiental por el combustóleo. Donde los privados asociados (“farm out”), se presume traigan tecnología, que ahora no es asequible por la falta de los recursos, y permita extracción de aguas profundas.
Adicionalmente a esta presión, este año tendremos un déficit fiscal cercano a 6% y se han pedido dos billones de deuda adicionales para gasto corriente. Bajar el nivel de déficit a la mitad en 2025, significaría un freno importante a la economía, lo que limitaría aún más la inversión en infraestructura y que nos llevaría a crecimientos menores al promedio histórico de crecimiento real anual, anteriores a esta administración.
Ante esta circunstancia no hay manera de evadir una reforma fiscal, en el próximo sexenio.
Renegociación del T-MEC. Al nuevo gobierno le tocará prepararse para una revisión del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá; programado para 2026. Sobra decir que este es crucial para el crecimiento del país y que los equipos de trabajo que se conformen, deberán actuar como verdaderos “war rooms”. Mucho del éxito depende de ello y de la manera colegiada e informada, como se formule la estrategia.
Abastecimiento de suficiente energía eléctrica y transición energética. Una de las principales razones por la cual el nearshoring no ha alcanzado su potencial esperado, es porque no se puede garantizar el suficiente abasto eléctrico a las necesidades de las empresas. La falta de inversión en energía (30% menos entre 2019-2023, en relación a periodo comparable con el gobierno anterior, de acuerdo a datos de la Secretaría de Economía), ha limitado al Sistema Eléctrico Nacional. Aún más el servicio eléctrico se ha visto deteriorado por la temporada de alto consumo. De acuerdo a especialistas, estamos aprovechando menos de 10% de este fenómeno de relocalización de cadenas productivas, a nivel global. Las estimaciones de la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) es que para que, en 2030, 40% de la electricidad provenga de energías limpias es necesario inyectar 73 GW/hr, lo que equivaldría a invertir 35 mil mdd, o sea que se tendría que triplicar la capacidad instalada actual en seis años, lo que no es asunto menor. Las candidatas a la Presidencia tendrán que poner el tema de reforzamiento de la transmisión, como prioridad.
Los principales organismos multilaterales ya han ajustado a la baja el escenario de crecimiento para México este año y el próximo, ante una mayor desaceleración esperada por el recorte al gasto público desde el segundo semestre de 2024 y resultados más débiles a comienzos de año, por la contracción del sector manufacturero en el primer trimestre; así como por un entorno global cuya expansión es poco dinámica, principalmente. Así, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un aumento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2.1% y 1.7% en 2024 y 2025, respectivamente, desde 2.7% y 1.9% originalmente estimados.
Son enormes los retos que la próxima administración habrá que atender, en un entorno de atonía económica e inseguridad desbordada y muchas de las decisiones, y no precisamente fáciles, son las que habrá de tomar la presidenta electa y su equipo.
*Catedrática de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México
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