Para José Nabor Cruz, el Secretario Ejecutivo del Coneval, la educación debe ser la prioridad número uno del próximo gobierno. El Coneval es el organo que mide la pobreza en México y una mala educación, nos dice, solo la acentúa.

—¿México es un país mal educado? —le pregunto.

—México es un país desigual. Yo más bien hablaría de una brecha educativa, sobre todo en el ámbito rural y concretamente en las comunidades indígenas.

25 millones de mexicanos, es decir, 1 de cada 5, tiene rezago educativo. Significa que, si son adultos, no acabaron la primaria. Si son niños, quiere decir que no van a la escuela.

Y luego está la calidad de la educación. De acuerdo con los últimos datos de la prueba PISA, el programa que evalúa la educación en los países de la OCDE, en 2022 México retrocedió una década en matemáticas y lectura.

La educación rompe círculos viciosos.

La comunidad de Escalirillas está junto a un relleno sanitario a las afueras de la Ciudad de México. Desde siempre, quienes viven ahí, generación tras generación, han sido pepenadores: buscan entre la basura, encuentran algo que funcione y lo venden como pueden.

Los desechos marginan.

Pero hay un hombre que quiere terminar con eso. Se llama Alan Franco, es el director general de Fundación Fae y está al frente de una escuela en Chimalhuacán. Llegó ahía porque hacía falta un

colegio gratuito para los niños de la zona, pero no hay escuela pública. 115 niños estudian en sus aulas, desde kinder hasta sexto de primaria.

—Estamos hablando de los más pobres entre los más pobres, —le digo en un recorrido que nos da por las instalaciones.

-Sí, desafortunadamente sí. Porque los papás no tienen una educación básica. ¿Y entonces la familia qué es lo que hace? Como yo soy reciclador, tu abuelo fue reciclador y pues tú no tienes otra opción más que ser reciclador. Se mantiene ese círculo vicioso. ¿Por qué? Porque ya no hay otra esperanza de vida, digamos, como tú y yo que dijimos de niño quiero ser bombero, quiero ser policía, quiero… Aquí, por la falta de el servicio de educación y nutrición, pues se mantiene solamente esa opción de vida.

—Y lo que estás haciendo tú es tratar de romper ese círculo vicioso.

—Lo estamos tratando de hacer todos aquí.

Julia es un botón de muestra. Sus papás trabajaban en el basurero, ella llegó a esta escuela con tres años, estudió en estas aulas, comió su lunch en el recreo en estas mismas mesas donde la conocimos y entrevistamos, y hoy es la directora académica del lugar: “es una bendicion. Ahora me toca a mí regresar lo que me dieron”.

Para Jose Nabor, de Coneval, el primer paso que el próximo gobierno debe dar es invertir en infraestructura para las comunidades más marginadas, y en aumentar los apoyos para que más niños puedan estudiar. Alan, de la fundación FAE, cree que también más y mejor capacitación para los maestros.

Gracias a la ayuda de grupos como la Federación Alemana de Futbol y el Gobierno de Turquía, que creen en el proyecto y han donado dinero, Alan pudo construir tres nuevas aulas que hoy todavía están vacías y huelen a pintura fresca.

—¿Tú ves un salón nuevo como este y qué piensas?

—Futuros. Futuros para niñas y niños, para la comunidad, para el país y también para la humanidad.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS