En San Diego, California, Bilver vio cómo arrestaban a su papá cuando los llevaba a la escuela. Él solo tiene 11 años. “El policía lo agarró y lo jaló del coche a la fuerza,” cuenta tembloroso. Con cada palabra se le adelgaza la voz hasta que se le rompe en un llanto: “Y después lo esposaron y le lastimaron sus manos y mi hermana y yo estábamos ahí y solo lloramos”.

Una mañana reciente en Chicago, el administrador de un supermercado mexicano comenzó el día practicando la frase “I wish to exercise my right to remain silent”, así, en inglés, por si se aparecen agentes de inmigración y preguntan por sus empleados.

María no habla bien inglés. Tampoco español. Viene de un pueblo en la montaña de Guatemala en donde solo se habla maya. En Homestead, Florida, trata de darse a entender entre suspiros. Nos cuenta que hace más de 25 años detuvieron a su esposo manejando bajo la influencia del alchol. En su momento pagó su pena y los abogados le dijeron que el problema estaba resuelto, pero ahora, décadas después, aquel error lo persiguió y regresó por él con cuatro agentes de ICE que tocaron a su puerta. “Yo les suplicaba que también me llevaran a mí, pero aquí me dejaron sola,” me dijo. Su esposo tiene diabetes y ella teme que en el centro de detención para migrantes no reciba el cuidado médico que necesita.

Una madre mexicana suplica que los dejen regresar a Estados Unidos, porque su hija tiene cáncer y recibía su tratamiento en Houston, Texas. Iban camino al hospital cuando los detuvieron en un retén de la Patrulla Fronteriza en la carretera. La niña es ciudadana estadounidense, pero también la expulsaron de su país. Es el primer caso documentado de un menor de edad con nacionalidad americana que es deportado junto a sus padres para evitar una separación familiar. A su madre el dato le importa poco. Se parte en lágrimas cada vez que habla sobre su hija.

Dentro de su casa, Consuelo se asoma todas las tardes por la ventana para ver si hay autos sospechosos en la calle, justo cuando su esposo sin documentos está por regresar del trabajo de 27 años, donde incluso ha ganado el reconocimiento de empleado distinguido. Hoy él teme que su sueño americano termine y ella enciende una veladora.

En los primeros 50 días del segundo gobierno de Donald Trump, van cerca de 33 mil inmigrantes arrestados. El departamento de Seguridad Nacional reconoce que el 26% de ellos no tiene antecedentes criminales. Esas son las cifras. Y estas, que aquí cuento, son solo algunas de las vidas que han cambiado para siempre.

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