El nearshoring no solo redibuja el mapa industrial de México, también el imaginario financiero que lo sostiene. La banca mexicana se encuentra en un momento de inflexión, donde el crédito empresarial deja de ser un instrumento reactivo y se convierte en un motor narrativo de transformación territorial, logística y laboral.
Desde la narrativa económica México aparece como epicentro: En 2025 se consolida como el principal socio comercial de Estados Unidos y supera a China en importaciones.
De manera simultánea destaca su relocalización estratégica. Entonces, empresas globales trasladan sus operaciones a México para acortar cadenas de suministro, reducir riesgos geopolíticos y aprovechar el T-MEC.
Esto conlleva a una demanda estructural, una ola requiere infraestructura, energía, talento y, sobre todo, financiamiento ágil y especializado.
Es el momento en el que la banca mexicana aparece ante el nearshoring. Es cuando se multiplican los créditos puente y líneas industriales.
Primera ola de crédito financia la construcción de plantas, parques industriales y nodos logísticos. En un segundo estadio se apoya la operación mediante nóminas, tesorería, pagos, consumo de trabajadores, servicios periféricos. Se estima un crecimiento del 10% en el crédito empresarial en los próximos 4 años, equivalente a 300,000 millones de pesos.
Un factor alterno es la conversión de parques logísticos a epicentros financieros.
Altamira, Bajío, Valle de México emergen como nuevos polos industriales con alta demanda de crédito para infraestructura, almacenamiento y distribución. El 98% en parques afiliados a la Asociación Mexicana de Parques Industriales (AMPIP) se proyecta la construcción de 128 nuevos parques entre 2024 y 2030.
Asimismo, se catapulta la inversión privada. Simplemente, Proximity Parks invertirá 6,000 millones de pesos en nuevos desarrollos logísticos.
La incidencia del nearshoring en la banca regional y de desarrollo también es notable. Estos son dos ejemplos:
Banregio y Banco del Bajío enfocados en pymes industriales, agroexportadoras y parques logísticos en zonas de alto dinamismo.
Banca de desarrollo: Nafin y Bancomext diseñan esquemas híbridos para fondear infraestructura y cadenas de proveeduría.
Existen además casos reales de la transformación de la banca ante el nearshoring. Estos son tres de ellos: Mercado Libre en Altamira instala un centro logístico con apoyo financiero para equipamiento y patios de almacenamiento.
Empresas del Bajío acceden a créditos puente para adquirir terrenos y construir naves industriales, con tasas preferenciales por volumen y destino estratégico.
Emerge la reconversión urbana. En Azcapotzalco e Iztapalapa, naves industriales se transforman en centros de última milla, financiados por líneas flexibles.
Entonces, la banca no solo financia, diseña ecosistemas industriales y logísticos. Las líneas de financiamiento se convierten en puentes entre la esperanza y la operación y cada crédito industrial es una historia de desplazamiento, arraigo y transformación.