El próximo 1 de junio serán las elecciones del Poder Judicial, y es para los mexicanos una fecha decisiva por la independencia de este poder. Mucho se ha hablado sobre la nueva reforma, desde su posible conveniencia hasta la más fuerte crítica sobre las razones de fondo que la motivaron. Razones que más bien parecen un capricho del anterior presidente, toda vez que el Poder Judicial “le detuvo” muchas iniciativas de cambios legislativos y decretos ejecutivos de su gobierno, y que, con expresiones como “a mí no me digan que la ley es la ley”, trastocó una estructura que se construyó por muchas generaciones para que contáramos con un Poder Judicial independiente, con otras instituciones autónomas y profesionales que impartieran real justicia en nuestra Nación.
Para quienes apoyan al expresidente, son evidentes las razones por las cuales se debe hacer un cambio en la conformación del Poder Judicial y anteponen muchos ejemplos de comportamiento indebido de jueces. Esto es cierto, como también lo es el comportamiento honorable de muchos más jueces y juezas que, desde sus posiciones regionales en distintos puntos del país, imparten genuina justicia. Y gracias a ello, cada vez más personas tienen acceso a la misma en el país.
Ese es el punto de discusión más relevante desde mi opinión: el VERDADERO ACCESO A LA JUSTICIA. Si un juez es electo por popularidad —lo cual dudo, porque la mayor parte de los mexicanos no conocemos a los candidatos—, o bien, si un juez es favorecido por el Poder Ejecutivo o por un partido político para impulsarlo a estar en la boleta electoral, ¿podrá objetivamente sostener la presión para que un fallo no se incline hacia los intereses de esas fuerzas políticas que lo impulsaron? ¿Los más desfavorecidos y alejados de la justicia tendrán más acceso con esta reforma? No se ve cómo. Por el contrario, estarán más lejos de ella, porque no tendrían cercanía con los grupos políticos que mueven sus contactos para llegar a los juzgados y presionan los fallos a favor de los “elegidos”. Máxime si un juez resiste la presión: tendrá sobre sí otra aún más fuerte, la del Tribunal de Disciplina. Entonces, ¿a qué intereses responderá este tribunal? ¿A quién le deberán sus puestos, sus sueldos y sus prestaciones?
El Poder Judicial no solo imparte justicia respecto a las leyes y ordenanzas del más alto nivel del Poder Ejecutivo. Debe ser un instrumento de resolución de problemas y diferendos entre particulares a lo largo y ancho del país. Desde las cuestiones más sencillas, como un incumplimiento de pago en una transacción comercial, hasta asuntos de derechos humanos, que generalmente afectan a las personas más desprotegidas de nuestra sociedad mexicana. ¿A quién recurrirán las pequeñas empresas para buscar resolver o defender sus intereses ante un abuso de otra empresa? ¿A quién acudirá una persona ante un abuso humanitario de una autoridad o de un poderoso? Podríamos suponer que al partido oficial, a algún influyente, o a nadie si no se tiene más opción.
No estoy de acuerdo con esta reforma y, de ninguna manera, me parece acertado cómo manipularon los del partido en el poder a las instituciones y a los actores para obtener mayoría en el Poder Legislativo e imponer este capricho. Pero quedará para la historia este capítulo de nuestra vida institucional, y así será juzgado en el tiempo. Seguramente tomará su tiempo corregirlo y recobrar la institucionalidad en nuestro país, pero será en otro tiempo en el que tendremos que trabajar. Ante todo, yo soy un demócrata irredento, por lo que acepto lo que tenemos hoy y apoyo la observación electoral que Coparmex está promoviendo.
Observar este proceso no es solo cuestión de seguimiento político, es una responsabilidad democrática y tiene un impacto directo en los derechos humanos, la legalidad, la lucha contra la corrupción y la independencia del Poder Judicial. Esta independencia es un principio fundamental en un sistema democrático, por lo que la sociedad civil, los medios de comunicación, las universidades, las organizaciones independientes y los ciudadanos debemos observar atentamente cómo se implementará esta iniciativa. Asimismo, se debe denunciar públicamente cualquier irregularidad que se presentara —de darse el caso— ante las instancias correspondientes.
¿Cómo los candidatos respetan la ley y las restricciones de campañas? ¿Con qué garantías de imparcialidad en el proceso se cuenta para que todos los candidatos participen en igualdad de circunstancias? ¿Quién nos garantiza que los ganadores en la contienda tienen la capacidad de impartir justicia equitativa e independiente? Estas respuestas las obtendremos no solo al observar pasivamente el proceso. Es un resultado que depende de tener una postura cabal y pulcra en esa observación desempeñada, así como de denunciar cualquier abuso o manipulación.
Observar no significa presenciar pasivamente o ser testigo; significa cuestionar, denunciar, promover la transparencia, la rendición de cuentas a la sociedad, fortalecer la democracia y defender la equidad y la libertad ciudadana. Es construir un México de mayor inclusión y participación social en los asuntos públicos de nuestra patria.
El rumbo que tome el país a partir de la implementación de esta reforma al Poder Judicial será crucial para la construcción del México del siglo XXI. No solamente para la coyuntura política de quienes hoy están en el poder, ni para satisfacer un capricho de una persona. Hoy enfrentamos grandes retos en materia de unidad nacional, que nos exige a todos altura de miras hacia un futuro donde más mexicanos tengan acceso a la prosperidad, a una educación formativa para el futuro, a la salud y a la convivencia pacífica. Y, sin duda, a la inclusión equitativa en el acceso a la justicia.
Por eso hay que participar con generosidad y sin manipulación, con valentía, decisión y unidad para construir un nuevo México hacia el futuro. Dejar atrás el encono y la venganza ideológica para construir un diálogo incluyente que nos permita avanzar en todos los ámbitos: político, social y económico.
Estoy convencido de que, ante estos enormes retos, el nuevo gobierno está buscando y necesitando el diálogo. A veces pareciera que aún no lo ve de manera integral, porque en algunos ámbitos parece no escucharnos y en otros nos busca para el apoyo y la unidad. La realidad es que los ciudadanos debemos participar con entusiasmo y observar este, y todos los procesos, sin bajar los brazos, con la esperanza de que, juntos, tomemos el rumbo hacia el futuro que nos merecemos.
Exhorto a cada ciudadan@ a participar de manera informada y a consultar los perfiles de candidat@s en plataformas oficiales o con el QR de su credencial del INE. Nadie quiere ni merece una impartición de justicia al azar, y sus representantes menos deben seleccionarse de esa forma. Y así, de acuerdo con su decisión, observen el consecuente desempeño de sus elegid@s una vez electos. Recordemos que la ciudadanía es el eslabón más importante en esta cadena de construcción para un mejor país; ese que queremos: ¡el México donde participamos todos!.
Expresidente Nacional del CCE y Coparmex