Vivimos tiempos fascinantes y desafiantes. La irrupción acelerada de la Inteligencia Artificial (IA) nos obliga a replantear las capacidades humanas esenciales para competir, prosperar y, sobre todo, conservar nuestra relevancia. Si bien la IA supera al humano en tareas repetitivas y análisis masivo de datos, nuestra ventaja competitiva radica en talentos profundamente humanos que debemos cultivar con urgencia.

En primer lugar, destaca la inteligencia creativa, la cual defino como nuestra capacidad de generar pensamientos de pensamientos capaces de impactar dentro y fuera de la mente para modelar el futuro. Esta habilidad integra racionalidad e intuición en un proceso cognitivo único, imposible de replicar plenamente por una máquina. Cabe aclarar que la intuición integra información que hemos recopilado por más de cuatro mil millones de años en el mapa evolutivo vital, por eso es insustituible. La creatividad humana explora caminos divergentes, une conceptos lejanos y ofrece soluciones originales frente a problemas inéditos, superando así la lógica algorítmica.

El segundo talento indispensable es el pensamiento crítico, esencial para navegar en un entorno donde la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad ética y legal de asimilarla. El pensamiento crítico cuestiona, evalúa consecuencias y nos permite discernir el uso adecuado y ético de la IA, evitando así convertirnos en víctimas o simples usuarios pasivos de estos sistemas avanzados.

En tercer lugar, se encuentra la metacognición, biointeligencia y empatía. Esta tríada implica la habilidad de reflexionar sobre nuestros propios procesos mentales y comprender cómo los patrones biológicos, genéticos, neurofisiológicos, psicológicos y culturales, entre otros, afectan nuestro comportamiento. Esto nos permite conectar profundamente con las experiencias humanas. Como detallo en varios de mis libros, la biointeligencia nos permite tomar decisiones más adecuadas e inspirar masivamente, al considerar los mecanismos internos que rigen nuestros pensamientos y conductas, algo aún inaccesible en su totalidad para la IA.

La flexibilidad cognitiva es el cuarto talento clave, entendido como la capacidad humana de adaptarnos rápidamente a cambios drásticos en nuestros entornos personales, laborales y tecnológicos. La historia evolutiva humana es, precisamente, la historia de la adaptación. En un mundo donde la IA redefine constantemente las reglas del juego, quienes tengan la capacidad de aprender y desaprender con agilidad serán quienes prevalezcan.

Finalmente, un talento fundamental es el liderazgo centrado en humanos, es decir, la habilidad para motivar, inspirar y gestionar equipos en un contexto donde máquinas y humanos coexisten. Este liderazgo se fundamenta en nuestra esencia social, aprovechando la inteligencia emocional para asegurar un equilibrio armónico y productivo entre personas y sistemas inteligentes.

Estos cinco talentos son potentes aliados de permanencia frente al avance imparable de la tecnología. La IA seguirá siendo una herramienta poderosa, pero su verdadero potencial se desplegará cuando esté al servicio del ser humano, amplificando nuestras habilidades intrínsecamente humanas y nunca sustituyéndolas. El desafío está planteado: es momento de cultivar estas capacidades para no solo competir, sino modelar el futuro.

Profesor de Creatividad y Etología Económica en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Homo Creativus (2024), Biointeligencia Estratégica (2023), Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de

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