Hay libros que deberían de formar parte de nuestra formación lectora por varios aspectos: el manejo del lenguaje, la construcción de los personajes, la narración de los hechos históricos, la utilizacion de los tiempos y la posibilidad de renovarse y nunca envejecer. Todas ellas características de los clásicos literarios.
Un clásico no nace, se hace. Hay libros que llegan con estrella, tienen un boom de lectores y con el tiempo envejecen; pero existen, también, aquellos que con el tiempo van convirtiéndose en lecturas indispensables, no envejecen. Se renuevan de manera permanente, infinita y nos hablan siempre en presente, aproximándonos al futuro. Uno de estos libros es Terra Nostra de Carlos Fuentes.
Terra Nostra cumple cincuenta años, la ha perseguido el estigma creado por Monsiváis, quien mencionó que para poder leerla era necesario tener una beca, esto por lo extenso de la obra, ¡950 páginas! (en la última versión de Alfaguara) y su lenguaje barraco.
La obra exige concentración y continuidad en la lectura. Dentro de los saltos temporales y espaciales todo, en un momento, termina convirtiéndose en un círculo perfecto. Las mujeres, lo hombres, los cuerpos que hablan desde la soledad que van y vienen de Europa a América, hablan en un tiempo pasado que irremediablemente describe el presente y se anticipa al futuro que nunca termina por llegar.
Terra Nostra nos presenta un tiempo sin cronotopo, no lo necesita. La lectura nos deja mirar la imaginación en plena libertad. Todo puede suceder al mismo tiempo y estar en diferente tiempo y espacio. Es extraño, pero el uso del lenguaje, por parte de Fuentes, hace que el lector sea capaz de vivir los múltiples momentos. Las páginas fluyen y cientos de hechos suceden. Todos los personajes tienen voz, a nadie se le niega, porque cado uno tiene algo que contar y esa versión al sumarse al conjunto de voces permite tener una historia más real del pasado.
La novela de Fuentes es una construcción histórica que profundiza en la historia de España y América Latina, nos permite entender, así, que ambas culturas se necesitan, complementan y es imposible separarlas, están unidas por un puente sólido: el lenguaje, este crea la tradición que sobrevive en nuestro tiempo.
Terra Nostra tiene un auge de lectores en China, así lo comenta su traductor Li Yi an, donde la ven como la obra cumbre Latinoamericana, por eso el medio siglo de la obra va darle
nuevos lectores. Se va convertir en la obra clásica de Carlos Fuentes, no solo por su extensión sino por el manejo del tiempo sin tiempo, lo que le dará vigencia y actualidad sin importar el futuro en que sea leída. Terra Nostra es nuestro Ulises latinoamericano, y su reconocimiento no vendrá de nuestra América sino de la China o de lectores como Mircea Cartarescu quien mencionó: “Terra Nostra fue un libro que me cambió mi forma de entender la literatura. Me mostró que si podía llegar hasta el infinito a través de las letras y eso significó un gran motor para mí.”
Terra Nostra está dedicada a Silvia Lemus, no es cosa menor, Furntes se casó con ella en 1972, se fueron a vivir a París: las campanas de Notre Dame, la música de los gitanos en un bistrot ubicado en la rue de Bièvre y el encontrar al amor de su vida le permitió escribir su obra cumbre y una de las más importantes de nuestra lengua.
Querido lector aquí el inicio de Terra Nostra, sirva de invitación para que leas la novela: “Increíble el primer animal que soñó con otro animal. Monstruoso el primer vertebrado que logró incorporarse sobre dos pies sobre dos pies…”
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

