En América Latina de manera frecuente el péndulo político se mueve de un extremo al otro. Las posturas radicales y los dictadorzuelos bananeros prometen desde el populismo soluciones prontas e inmediatas a los problemas profundos y enraizados en un pasado conflictivo y contradictorio, el cual no se estudia ni comprende por ello la caída constante en los mismos errores.
Argentina ha entrado en un círculo infinito de personajes populistas. La elección de Javier Milei, quien construyó un perfil llamativo para la sociedad de aquel país y de manera meteórica catapultó su carrera política oponiéndose a las formas establecidas y apostando por un discurso disruptivo, antagónico y de extrema derecha.
El peronismo ha controlado la vida política de Argentina. El matrimonio Kirchner dominó la escena política. El resultado de los malos gobiernos se puede ver en un dato: la inflación actual es de 142%. Dato alarmante que demuestra que el populismo de izquierda sumergió a Argentina en una crisis profunda. ¿Cuál podía ser la solución? Un populismo de derecha, fue la respuesta, que construyó su discurso basado en lo que los argentinos querían escuchar, y sobre todo desean que suceda: soluciones rápidas y sencillas.
Qué dijo Milei:
“El papa es el representante del Maligno en la tierra”.
“La venta de órganos es un mercado más”.
"No tengan miedo, den la batalla contra el zurderío, que se la vamos a ganar, somos superiores productivamente, somos superiores moralmente; esto no es para tibios. ¡Viva la libertad, carajo!".
Se podrían seguir transcribiendo los fragmentos de su discurso y encontrar los riesgos contra los que se enfrentará la libertad y la democracia, pero también entender que el ejercicio de gobierno no es tan sencillo como el discurso en la arenga pública; tan solo se puede recordar a Donald Trump o Jair Bolsonaro quienes prometieron soluciones rápidas desde sus visones de derecha y durante el ejercicio de gobierno no fue sencillo cumplir con lo que decían.
El armado institucional ha permitido defender la democracia. Pensemos en el juicio y la condena impuesta a Cristina Fernández de Kirchner quien fue inhabilitada y condenada a seis años de prisión; esas mismas instituciones garantizaron que se respetara el triunfo de Milei; y ese armado será el contrapeso a cualquier locura antidemocrática.
Su discurso y sus promesas pueden ser pura llamarada de petate; y pronto podemos ver a Argentina retornar al otro extremo del péndulo.
El triunfo de Milei ha generado posturas encontradas en América Latina, quienes celebran o los que se lamentan. A mí me genera temor y preocupación cuando una postura radical, ya sea de izquierda o derecha triunfa, porque pone en riesgo la democracia y a las instituciones. Celebrar las salidas fáciles es preocupante. Es cierto que en Argentina no funcionaba el peronismo pero tampoco lo hará el Partido Libertario. Nunca se van a solucionar los problemas cuando se buscan respuesta en los extremos, ello excluye a todo el que piensa diferente; y recordemos que se empieza por la exclusión, sigue la persecución y se termina en la desaparición.
La historia de América Latina ha estado plagada de gobiernos con posturas radicales que han terminado en dictaduras. Los resultados: países con pobreza, desigualdad y violencia. Ahí la respuesta de que los extremos no sirven.
Lo que hoy acontece en nuestros países nos anuncia que en los tiempos futuros será necesario defender las libertades y la democracia, ¿estaremos listos?
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…