Se viven momentos estelares. Lo acelerado de los episodios no permite que se dimensione lo trascendental y las consecuencias que traerán, a futuro, los hechos que vemos pasar cada día a través de nuestros dispositivos móviles.

No existía la menor duda que la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos alteraría la geopolítica y modificaría los equilibrios al intentar recuperar la hegemonía norteamericana a base de ocurrencias que se han topado con la realidad política de su país: los grupos económicos que se verían afectados por sus políticas arancelarias y el mismo Partido Republicano que no es un monolito y tiene sus divisiones internas.

Mientras Trump hace sus malabares circenses que entretienen al auditorio norteamericano, muchos de estos actos se diluyen ante la realidad. Vivimos el Circo de Trump y quien aplaude en espera del próximo acto es Elon Musk que será, sin duda alguna, el gran beneficiario del periodo presidencial. Él aspira a construir una hegemonía tecnológica que le permita dominar y ejercer un nuevo tipo de poder: el de la Inteligencia Artificial. Tener a su favor al presidente de Estados Unidos le favorece en la carrera de la IA, donde China ha mandado señales importantes con DeepSeek que fue producida a menor costo que otros modelos. Esta carrera es la guerra de nuestro tiempo, es el hecho que determinará mucho de lo que seremos las próximas décadas.

El circo de Trump ha tenido como uno de sus principales atractivos: los aranceles. El primer intento fue para Colombia. Trump amagó con aplicar un arancel del 25% por rechazar dos aviones con migrantes. Gustavo Petro entró al circo y respondió de la misma manera. Sin pensar políticamente, tuvo que recular a las horas y aceptar las condiciones de Estados Unidos. Relegó la diplomacia por la sinrazón y terminó perdiendo.

Contrario, a lo anterior, fue el talante político y la visión de Jefa de Estado que demostró la Dra. Claudia Sheinbaum. A los ataques desmedidos hubo una respuesta contundente, con datos y sin caer en descalificaciones, recalcó la importancia de las mesas de trabajo que se han sostenido en busca de acuerdos binacionales que fortalezcan a ambas naciones. No es lo mismo la defensa de la soberanía que un nacionalismo simplón, lo demostró la Presidenta quien mantuvo una postura diplomática y no cayó en provocaciones. Respondió a los infundios con datos y llamó al diálogo.

El aguardar, la paciencia, el buen uso de la diplomacia fueron las claves para crear un acuerdo entre México y EE.UU., ambas naciones se comprometieron a blindar sus fronteras: de nuestro lado para contener el flujo de fentanilo y de migrantes; del otro lado, para detener el tránsito ilegal de armas que llegan al crimen organizado. Aunque se puso un mes como plazo, Sheinbaum ha demostrado que sabe actuar con inteligencia y se destaca la presencia de personajes como Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrad quienes conocen de la materia y saben actuar con cautela.

Me parece que el mes planteado es tiempo necesario para establecer condiciones óptimas que no perjudiquen a México y abran la posibilidad de la renegociación del T-MEC. Claudia Sheinbaum ha dado clase de política internacional: no es menor, entonces, las portadas dedicadas de los diarios The Wall Street Journal y Finalcial Times; como tampoco lo es el 80% de aprobación que tiene según el periódico El País.

La presidenta le está dando un nuevo rostro a la diplomacia mexicana, esto es una buena noticia para México.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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