En semanas recientes hemos observado cómo los abrazos a los delincuentes y criminales empiezan a desvanecerse, pues desde Palacio Nacional ya no se refieren a ellos con respeto y como los “señores”. Aunque aún es temprano para dar por hecho que la estrategia de seguridad será más robusta, es justo señalar, que en esta materia hay cambios. Lo que abre rendijas de esperanza para las niñas, niños y adolescentes, en lugar de a los criminales.

Los homicidios en contra de niñas, niños y adolescentes, registran un máximo histórico; los feminicidios siguen creciendo; la cooptación del crimen organizado que han dado lugar a las niñas y niños “punteros” en diversos estados del país, y más recientemente, haciendo uso de las redes sociales y cambiando su identidad, los criminales entran a sus videojuegos o a las plataformas, que así se los permitan, para enganchar a menores de 18 años.

Negar o voltear para otro lado, solo garantiza más cadenas de muerte, de sufrimiento, destrucción y de una impunidad que hoy nos colocan a nivel internacional en los primeros lugares de turismo infantil, pornografía infantil y de acoso escolar.

En el año 2023, de acuerdo con cifras oficiales, murieron violentamente 752 menores de edad; dos niñas, niños o adolescentes mueren diariamente. Ellas y ellos no pueden seguir siendo la carne de cañón ni los “desechables” de los criminales en México.

Redim público apenas en mayo del 2024, un amplio informe sobre los delitos contra niñas, niños y adolescentes en el país, cinco son los que han incrementado: corrupción de menores, feminicidios, lesiones, rapto y tráfico de niñez y adolescencia. Los estados con más delitos son: Estado de México, Nuevo León y la Ciudad de México.

En el caso de corrupción de menores y lesiones, se registran máximos históricos desde el 2015; el año pasado perdieron la vida 245 infantes y adolescentes con arma de fuego, siendo Guanajuato, Michoacán y Estado de México, las entidades con más casos.

El mayor número de feminicidios suceden en el Estado de México, Morelos, Ciudad de México, Guerrero y Michoacán.

La normalización de la violencia en múltiples comunidades, el dominio territorial de criminales,la deserción escolar, el uso indiscriminado de redes sociales y la apología del crimen organizado, son algunas de las causas que explican el por qué hoy tenemos cientos de víctimas menores de 17 años.

Urge reconocer a este sector de la población como sujetos de derechos y actuar en consecuencia. Para miles de niñas, niños y adolescentes, el primer entorno de violencia son sus familias.

Reconstruir el tejido social y reconocer que hoy cada vez más son las víctimas de la delincuencia y de los criminales, es el primer paso para cambiar está realidad.

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