En unas cuantas semanas, la humanidad enfrentaremos nuevas realidades económicas como consecuencia de las decisiones proteccionistas del presidente Donald Trump.
Cerrar y "proteger" con aranceles la economía norteamericana, la más poderosa del mundo, está provocando distorsiones en los flujos comerciales, en el precio de las mercancías y en los empleos de miles de trabajadores.
Los daños son enormes para la prosperidad de los países. Hay otra serie de daños ocultos, hasta ahora, que seguramente irán manifestándose con actitudes de odio y resentimiento de poblaciones afectadas frente a estas decisiones recientemente anunciadas.
La respuesta de una gran cantidad de economías del mundo no se ha hecho esperar. Un buen número de ellas ha respondido ya con otra tanda de aranceles, e incluso, retirando de mostradores y supermercados productos fabricados en Estados Unidos.
La imposición de estos aranceles que muestran una fórmula entre ignorancia económica, soberbia y narcisismo, nunca antes visto en un líder con tanto poder, tendrá consecuencias y nos llevará muy probablemente ante realidades que hasta hace poco parecían imposibles.
La probabilidad de que las economías asiáticas conformen un bloque con más fuerza y agresión, es muy alta. Países como China, Japón y Corea del Sur, no se quedarán como simples espectadores, y lo mismo sucederá con los países de la Unión Europea, por mencionar algunos.
Esta decisión del presidente Trump me recuerda justamente cuando en la Segunda Guerra Mundial, un grupo de altos mandos militares, con importantes intereses por ampliar sus territorios, pero en especial, con enorme arrogancia y soberbia decidieron atacar Pearl Harbor, y entonces cambió la historia para siempre.
Pues antes de este ataque, los líderes europeos que enfrentaban a los nazis, no contaban con las tropas estadounidenses, pero lo que Winston Churchill no logró, pese a todos sus esfuerzos con el presidente estadounidense, Franklin D. Roosevelt, lo consiguieron los japoneses en unas cuantas horas .
En la magistral película "Tora,Tora, Tora", de Isoroku Yamamoto, una escena lo resume todo, pues tres veces pregunta el más alto mando militar si el presidente Roosevelt había recibido un memorándum que el gobierno japonés le había enviado, y la respuesta de los subordinados es siempre afirmativa, entonces ordena atacar. Cuando recién ha dado la orden se ve corriendo a un marino japonés con desesperación para informar que el memorándum nunca llegó al escritorio del exmandatario norteamericano.
El alto mando militar japonés, desde ese buque de guerra, afirma lo siguiente: "Hemos perdido el honor y también la guerra", cuando el ataque aún no comenzaba, pero la orden ya se había dado.
Para México las implicaciones por lo aranceles no son menores, aun con los esfuerzos encabezados por la presidenta Claudia Sheinbaum, hay que reconocer los alcances y consecuencias de las decisiones impuestas por Trump.
Hoy más que nunca, lo que seamos capaces de construir internamente con fortaleza institucional, legalidad y certeza jurídica, es más importante que nunca. De igual manera, la capacidad y voluntad para construir acuerdos políticos y avanzar en el combate al crimen.
A diferencia del alto mando japonés, no imagino jamás a Trump afirmando algo parecido, así que toca hacer en nuestro México todo aquello que evite los mayores daños, y que enfrentan ya, las grandes y diversos sectores.
Los aranceles no son solo tarifas, sino decisiones que están provocando pérdidas, dolor humano, afectaciones económicas y pérdidas de empleos. Partiendo de la realidad, seremos más capaces de construir oportunidades y de seguir enfrentando a un liderazgo qué no cambiará jamás.