La verdad, se necesita un temple muy especial para resistir este estilo que reina en las plataformas y demás espacios digitales y que, contradictoriamente, se roza con la otra música de banda, para la “bandita” roquera, metalera y hasta progre, pasando por estilos reiterativos que reinan en un cuadrante radial proscrito, en el micro, las fiestas pueblerinas y que se ha colado en espacios coto de nadie.
Este estilo de grito pelado, baladas perronas y gatunas, sin el menor problema se ha apoderado de plataformas digitales y espacios como YouTube, con videos de “permisito por favor” como los de Grupo Firme, Gerardo Coronel “El Jerry”, Banda Renovación, Banda MS, El Recodo, La Ponedora, Los Sebastianes, La Adictiva, La Arrolladora, La Todo Terreno, El Fantasma, Julión Álvarez, El Bebeto y Ulices Chaidez, entre un alud interminable de curiosísimos atuendos, que ni las bandas más ponedoras de rock mexicano.
Sinaloa, la otrora cuna de los carteles más famosos de la droga, es ahora la alcurnia de lo regional mexicano y tradición, usos y costumbres de este género que se debe oír a un volumen demencial, que justifica su estatus en los lugares más insospechados, desatando suspicacias a la menor provocación. El rock, el pop, el metal, el blues; lo netamente tropical y lo romántico, aunque suene ramplón, no puede competir con los sonidos arraigados en el corazón, que una vez presumió de grupero, con premiaciones tipo Hollywood, en el Auditorio Nacional.
Mix perrones, a los que el territorio de hispanos de Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Guatemala, República Dominicana y Perú, entre otros, se suman en elogios por sus rolas (término que ya ha dejado de ser exclusivo del rock), y timbres de voz chillones, de lamento puro y auto azote sentimental, de amor y desamor y llegadoras hasta el fondo del alma pura. Ni unidos los estilos electrónicos, las nuevas vertientes del rock, ni el hip hop, ni el rap; menos la música clásica, el inefable reggaetón y el blues, en estado aleatorio, pueden con esta música de banda, para la bandita, que está en todas partes, menos en Radio Chopo, por cuestiones meramente clasistas.
Imposible competir con el engranaje y modelo de negocio que esgrimen, en prácticamente todos los medios, de los que se han apoderado paulatinamente contra todos los pronósticos por cursis que parezcan. Ya su glamour, vestimentas con influencia carpinteril y colores chillantes sedosos, con sombreros de franca provocación y botas de piel de víbora, son la añadidura del éxito que representan; no importando el triunfo que simbolizan en el terreno de las reproducciones digitales, descargas, videos y posicionamiento en los medios radiales, que han encontrado variantes de la payola en estos tiempos cambiantes de tendencia inmediata.
¿Qué ha hecho el rock mexicano para merecerse esto? Nada y todo. Moderatto ha anunciado, gracias a Dios, su separación, mientras otras bandas ya están pensando en la jubilación, antes de que los olviden. Los más longevos no se pueden quitar de la cabeza el asilo Mundet, no sin antes arreglar su permanecía en el árbol genealógico del rock, que reparte medallitas entre sus agremiados y que celebra su independencia cada 11 de septiembre al grito de Ávandaro, rezándole a San Armando Molina, padre de pecadores irredentos y estigmatizando a simuladores profesionales como el difunto Jaime Almeida, fan secreto de la Música de Banda Duranguense, Sierreña, grupera neta o adulterada multicombinable.