En un cada vez más disparatado mundo musical que ha tomado derroteros insospechados, el dinero parece decirlo todo a futuro inmediato: el Coachella, uno de los festivales más elogiados del mundo, acaba de anunciar su line up para el año entrante, que tendrá como escenario el Empire Polo Club de la ciudad de Indio, California, el próximo abril de 2025, celebrando los últimos alaridos de moda, géneros y tendencias impensables en otros tiempos.
Creado por Paul Tollett y Rick Van Zanten, en el 89, el Coachella nunca ha dejado de dar sorpresas, como cuando Café Tacvba fue invitado para tocar y no los fue a ver nadie, ni su familia.
Ahora la cosa promete ser diferente para los seguidores de Lady Gaga, que estará compartiendo el escenario principal el próximo 11 de abril de 2025 con Missy Elliott y una pléyade de gente alejada del rock.
Un día después los sobrevivientes de la banda Green Day compartirán cartel con Charli XCK y oportunistas como Bob Vylan.
El sábado 13 de abril los favoritos del cartel serán Post Malone, al lado de la rapera Megan Thee Stallion.
Una generación de desconocidos para algunos y de artistas “Reina por un día” para otros completan la proclama de que van a costar mucho dinero los accesos y que se incluirá a muchos representantes del boom hispano que actualmente domina listas y tendencias, contra todos los pronósticos urbanos.
Algo impensable en otros tiempos es ahora moneda corriente, sobre todo en la actual tendencia que vive la música mexicana con fenómenos inexplicables como el de Peso Pluma, probado majadero y fanfarrón defendido por legiones, así como el Grupo Frontera y Fuerza Regida, más el inextinguible reggaetón y los inconmensurables, Iván Cornejo y Junior H, dioses de los corridos tumbados, sin olvidar el fenómeno de las llamadas Divas Latinas y algo de Indie Pop.
Pero bueno, no todo está perdido para el rock, otrora mina de oro del negocio de las disqueras, hoy dominado por las plataformas, que dictan y marcan tendencia y exclusividad del dinero, donde hace rato da patadas de ahogado Bad Bunny y la hispana Judeline.
¿Qué le paso a Cheap Trick y otros renombrados rockeros como Pearl Jam (que inauguró los inicios del Coachella hace años, al romper con Ticketmaster) que ahora tocan a discreción en escenarios que alguna vez fueron grandiosos para ellos? Todo está cambiando a una velocidad vertiginosa, como los precios para ver a los que ahora mandan y se comen el pastel musical al son de los más de 500 dólares hasta los mil 500 (sin contar merchandise exclusivo).
Desde que en 2018 tocaron ahí Los Ángeles Azules (con Elías y Jorge Mejía a la cabeza) nadie hizo caso de la alerta cumbiambera que ahí se gestaba y que ahora echa chispas por todas partes. Eran tan penosos que se asustaban hasta con Caifanes. Hasta que desde Iztapalapa se entregaron, a pesar de las risas y pasitos socarrones, al mundo.
Hoy, no se rían (la banda que ha grabado más de 30 álbumes de estudio), cobra más de 2 millones de pesos por ponerle letra y música a la cultura popular y cantidades secretas, por eventos privados mucho antes de entrarle a la erudición y al culto del Coachella.