Deshojando la margarita por las candidaturas presidenciales, de un lado quedan Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard – a menos que Fernández Noroña sorprenda- y por el otro Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes. Enrique de la Madrid y Santiago Creel con impecable pulcritud quedaron fuera de la contienda, manteniendo su disposición a colaborar en armonía por un proyecto común. Xóchitl, le propuso a Creel ser su coordinador de campaña, en caso de ser ella la elegida.
Razonados motivos anticipan que dos mujeres contenderán por ser la primera presidenta de México. Hasta no hace mucho, la percepción general era que el candidato de Morena iba sobre caballo de hacienda, sin vislumbrar en el horizonte un oponente competitivo. Y de repente hay tiro, pero la liebre saltó desde el púlpito de la mañanera y el destapador fue Andrés Manuel López Obrador, que de tanto mencionar a una de las aspirantes de la oposición al gobierno de la CDMX, Xóchitl Gálvez, la elevó a la liga presidencial. Como en arena movediza, mientras más intervención presidencial, mayor promoción a la aludida. Apenas antier: “¿Quieren el proyecto de los partidos o bloques que tienen el programa de gobierno de Gurría y el de seguridad de Cabeza de Vaca o el de Fox que quiere suprimir los programas sociales? ¿O quieren que continúe el proceso de transformación? Ya no hay medias tintas”.
De no surgir algún imprevisto, Beatriz y Xóchitl ahí la llevarán, hasta el próximo 3 de septiembre en que alguna de las dos resultará favorecida. Entre las corcholatas de Morena, la cosa no es tan simple, Marcelo, sabiendo que es ahora o nunca -seguramente no colaboraría con Claudia-, se ha inconformado con las irregularidades en que ha incurrido la exjefa de Gobierno, incluso aportando pruebas contundentes. Difícilmente prosperará la inconformidad de Marcelo, todo hace suponer que la consigna desde un inicio ha sido, “Es Claudia”. Al respecto AMLO subrayó: “Es la primera vez en décadas, a lo mejor en siglos, que el gobierno federal no interviene en un proceso electoral”.
Resulta irónico, pero todo el esfuerzo creativo y la estrategia electoral aplicada por el Frente Amplio por México, depende de una tercera fuerza política, Movimiento Ciudadano, partido que finalmente podría erigirse como el fiel de la balanza, mediante el 5 o 6% de votos cruciales que aportaría en la elección. Es por lo mismo que Dante Delgado – el jefazo de MC-, en caso de que su objetivo primordial sea el ganar la elección, debe sumarse al Frente Amplio.
Delgado argumenta que sería un error unirse a partidos que han perdido 23 Estados de la República, “con el PRI ni a la esquina”. Sin demeritar las razones que seguramente tiene Movimiento Ciudadano, el presentar a un tercer contendiente en tan relevante elección, sería una pésima y trascendente decisión. En tanto, en Jalisco el gobernador Enrique Alfaro ya se ha rebelado contra la obstinación de Dante. Ningún candidato de Movimiento Ciudadano por sí mismo podría imponerse el próximo 2 de junio, ni Colosio, ni Samuel García y mucho menos el propio Dante.
Anticipamos un proceso electoral inédito entre dos mujeres que aspiran a convertirse en la primera presidenta de México.