Es innegable que el paradigma económico vigente refleja las respuestas a los choques provocados por la pandemia de Covid-19. A prácticamente cinco años de haberse iniciado, vale la pena reflexionar qué tan lejos estamos de la realidad pre-pandemia, particularmente en México y América Latina (LATAM).
La economía regional creció 2.2% en 2024 (CEPAL, 2024). Empero, esta cifra aislada no dice mucho sobre la situación económica. Poniéndola en perspectiva, el crecimiento promedio anual en la última década fue del 1%, lo que evidencia el estancamiento de LATAM. Es cierto que el crecimiento no es un indicador absoluto de la economía, pero sí refleja la creación de valor dentro de un país o región. Esta creación de valor implica: productividad creciente (producir más con menos), más inversión, generación de empleos y, en general, mayores probabilidades de mejorar la calidad de vida de la población.
En 2024, inició el ciclo de relajación de la política monetaria a nivel mundial. Esto es, la mayoría de los bancos centrales aumentaron la liquidez en las economías. Dicho ablandamiento monetario ha generado un efecto riqueza positivo. La expectativa de que los recortes de tasas continúen este año se ha reflejado en un alza en los precios de las acciones en los mercados de valores (CELAC, 2024). En general, el fortalecimiento de la posición financiera de las empresas se traduce en mayores niveles de consumo privado. Esto resulta relevante ya que el consumo privado ha sido el principal motor del crecimiento de las economías de LATAM en los últimos años.
En contraste con una política monetaria cada vez más moderada, están el endeudamiento público y la insostenibilidad de algunos regímenes fiscales. Antes de la pandemia, muchos países de LATAM ya registraban altos niveles de deuda pública. Durante la crisis, el déficit fiscal aumentó y hoy sigue la misma trayectoria. En la carrera contra la inflación, en más de un país se observó que la política fiscal era contraria a la monetaria. Tal fue el caso de México en 2023, cuando la deuda pública crecía mientras el Banco Central restringía la política monetaria para contener la inflación. Además de dificultar la estabilidad de precios, mantener regímenes fiscales que ponen en duda la sostenibilidad de las finanzas públicas encarece las primas de riesgo, ahuyentando la inversión en la región.El
mayor reto de las economías de LATAM es la productividad. La caída en el crecimiento de la productividad es la principal explicación del estancamiento. Fuera del comportamiento de los factores capital y trabajo, la productividad crece a partir de mejoras en la infraestructura, en el capital humano (educación) y en la innovación. Las ineficiencias que merman su crecimiento van desde mantener los mercados cerrados, sin transparencia y poco competitivos, hasta debilitar los Estados de Derecho, llegando a una total ausencia de certeza jurídica.
Definitivamente, la pandemia no es la única explicación para la situación de LATAM. La región ya mostraba signos de estancamiento antes de la llegada del Covid-19. Para hacer frente a los viejos y nuevos desafíos, será necesario replantear el paradigma económico vigente. Ante un panorama ambiguo y la creciente tensión política en el mundo, se deberán emprender una serie de reformas estructurales encaminadas a transformar cada una de las economías de la región.
@JosePabloVinasM