La Universidad Nacional Autónoma de México es una de las más grandes instituciones de nuestro país. En ella se cultivan valores y principios que le hacen un referente ético y académico nacional e internacional. Sin embargo, durante los dos últimos años se ha visto envuelta en una serie de asuntos que han lastimado su prestigio y que ahora amenazan con afectar a universitarios que solo cumplieron con sus responsabilidades.

Como ejemplo de ello comento que hace algunas semanas una jueza sentenció al doctor Enrique Graue, exrector de la Universidad y al maestro Fernando Macedo, exdirector de la FES Aragón, a pagar una cantidad absurda y a cumplir otras sanciones por la denuncia que presentó la licenciada Martha Rodríguez Ortiz por el supuesto daño moral que le generaron cuando la UNAM determinó rescindir, después de la investigación correspondiente, la relación laboral que mantenía con ella.

Conviene recordar que esa decisión se tomó después de considerar la información disponible y concluir que, cito el boletín de enero de 2023, ella incurrió “en causas graves de responsabilidad, así como en faltas de probidad en el desempeño de sus labores como académica y directora de tesis profesionales… luego de que fueran analizados todos los elementos… los cuales confirman que la profesora cometió conductas contrarias a los propósitos y fines que persigue esta casa de estudios, y considerando la CONFESIÓN EXPRESA de la directora de tesis de haber proporcionado el proyecto de tesis de un alumno a otro”. Ella sabía que la tesis era la misma.

Por ello celebro que el Consejo Universitario manifestara en su sesión del 31 de marzo pasado, su rechazo a la sentencia en virtud de que los universitarios afectados “cumplieron con su deber como autoridades al aplicar la normatividad en contra de acciones que lastiman a la comunidad universitaria y a la sociedad” además de expresar su repudio a la afectación de la autonomía universitaria y su preocupación por “la utilización del derecho, en especial de la función jurisdiccional, con fines intimidatorios hacia quienes, en el ejercicio de sus funciones, hacen cumplir la normatividad universitaria”.

Conozco muy de cerca y desde hace más de cincuenta años al doctor Enrique Graue. Me constan su calidad moral, integridad y compromiso con la Universidad Nacional. No merece el asedio al que se le ha sometido a lo largo de más de 24 meses. Para él y Fernando Macedo toda mi solidaridad. Sin embargo, debo decir que este es un asunto de principios en el que la verdad y la justicia deberían triunfar. Es un tema de interés general que está por encima de las preocupaciones personales, de los afectos individuales e incluso de los lazos de una comunidad.

Nuestra sociedad corre el peligro de que la peor crisis que la afecte sea la moral. El riesgo es real si reconocemos que la indiferencia prevalece en casos de asesinatos, desapariciones, muertes innecesarias causadas por la negligencia de funcionarios de salud, o múltiples ejemplos de afectación al régimen de libertades y a nuestra democracia. El riesgo se acentúa si aceptamos que son muchos quienes se han acostumbrado a la mentira, que existen grupos extensos y refractarios frente a la indecencia y la deshonestidad.

La licenciada Martha Rodríguez conoce lo que realmente sucedió en este y otros casos semejantes. Ella sabe que actuó de manera incorrecta. Por ello, en lugar de acusar a otros, debería retractarse, contribuir a que prevalezcan la verdad y la justicia y dejar de afectar a la institución que la formó y acogió y a universitarios que actuaron como tales.

Exrector de la UNAM. @JoseNarroR

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