No quiero ser “aguafiestas” pero para aquellos que piensen que Kamala Harris va a ganar las elecciones en Estados Unidos, viven en el engaño. Y no porque no pueda ganar, eso no podría afirmarlo, sino porque el sistema electoral en los Estados Unidos en nada se parece a lo que estamos acostumbrados. Es más, aquellos que aseguran que la demócrata rebasa al expresidente Trump en las encuestas de popularidad, quizás no se equivoquen, pero ojo, eso no significa que la sucesora de Joe Biden vaya a llegar a la Casa Blanca.
Me explico: si bien es cierto que el voto popular cuenta, no define al ganador; ya que éste surgirá del resultado que emane de los colegios electorales. Son los 538 miembros del Colegio Electoral los encargados de elegir al presidente y vicepresidente de la Unión Americana. Son ellos los que emiten su voto el primer lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre; esto es, poco más de un mes después del día de las elecciones, y las dos cámaras del Congreso cuentan y verifican oficialmente los resultados definitivos la primera semana de enero. De tal forma que los comicios del primer martes de noviembre son una elección indirecta, puesto que lo que harán los ciudadanos es confiar su voto en los miembros de los colegios electorales para que ellos con toda libertad voten por los candidatos específicos.
Sin embargo, mientras los republicanos, encabezados por Trump y JD Vance mostraron su narrativa sobre los migrantes y contra todo lo que los demócratas han hecho en los últimos años, en los cuatro días de la convención demócrata celebrada en la ciudad de Chicago, fuimos testigos de la fuerza que mantienen los Obama, con un Barack que sin duda sigue siendo un líder dentro del partido, arropado por su esposa Michelle, que para muchos debió haber sido la candidata, un Tim Waltz carismático y capaz de vencer por mucho a su contraparte republicana, un Biden que volvió a sacar las fuerzas que le faltaron en su último debate contra Trump y una Kamala Harris que se muestra más fuerte que Hillary Clinton, que si usted recuerda compitió por la presidencia cuando Trump ganó en el 2016.
Los dados están echados y la labor que tienen que hacer a partir de ahora ambos partidos es convencer a un electorado para que no dude en quien votar, aunque como digo, la decisión final la tendrán los colegios electorales, que sin duda tendrán la presión de un pueblo estadounidense dividido y sumido en la incertidumbre por la continuidad demócrata o por repetir lo vivido antes de que Biden llegara a la Casa Blanca. Al final, ambas caras de la moneda serán implacables en lo que les queda de campaña hasta el 5 de noviembre.
Hablando de guerras: para el polémico y gran analista deportivo Álvaro Morales, el poder es para usarse: “Aquel que tenga el poder y no es implacable, no está aprovechando eso. El poder no es necesariamente para generar el bien, el poder es para usarse”. Una frase que ejemplifica muy bien la manera en la que Estados Unidos maneja su política exterior e interior. Pero ¿cómo aplica este concepto Álvaro en su vida diaria y en su programa deportivo? No se pierdan su historia de vida, sus reflexiones y su manera de sentir el deporte nacional en la extraordinaria conversación que tuvimos en nuestro podcast “En la Trinchera con José Luis Arévalo”, que pueden ver en YouTube por Canal Cero Networks.
Los espero en mi próxima Trinchera
Periodista desde 1992 y Corresponsal de Guerra
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