El pasado 20 de enero Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de Estados Unidos. Ante ello una de sus primeras propuestas respecto a América Latina, fue amenazar a México y Panamá con endurecer su política migratoria mediante la implantación de deportaciones de nuestros connacionales y con hacerse nuevamente del control del Canal de Panamá, respectivamente. Las reacciones en México han sido múltiples con respecto a lo que nos atañe. En general condenamos las posiciones de Trump frente a México. Sin embargo, poco se conoce sobre lo que puede representar la amenaza contra Panamá, siendo un espejo de lo que finalmente intente ejecutar el ahora presidente de Estados Unidos.
Naturalmente la condena contra lo que pueda ejercer Trump contra Panamá está garantizada. Dos escenas históricas se ciernen en nuestros recuerdos de este episodio, la firma en 1977 de los “Tratados Torrijos-Carter” y la operación “Causa Justa” que significó la invasión estadounidense en diciembre de 1989, so pretexto de combatir el narcotráfico y proteger a los ciudadanos estadounidenses que vivían en esa nación. Para ello habría que revisar un poco de la historia de este país y reconocer su soberanía a través del control de su canal, que en sí mismo representa una historia más de las conductas injerencistas de Estados Unidos en los territorios latinoamericanos.
Panamá apenas se independizó de Colombia en 1903. A partir de entonces los panameños reconocen a esta etapa de su historia como la “era republicana” y desde ese momento iniciaron el proceso construcción de un nacionalismo que identificaron como “panameñismo” en figuras, entre otros, como Basilio Porras, Joaquín Alfaro, Arnulfo Arias Madrid, José Antonio Remón y el general Omar Torrijos Herrera. Cabe mencionar que uno de los testigos más importantes en la firma de los tratados fue Arístides Royo Sánchez. De hecho, en la recién terminada administración presidencial de Laurentino Cortizo, Royo Sánchez, fungió como Ministro para Asuntos del Canal de Panamá y fue expresidente de ese país, del partido con ascendencia torrijista y que perdió en mayo del año pasado las elecciones ante la fuerza liderada por el expresidente Martinelli con el triunfo electoral de José Raúl Mulino.
La firma de los “Tratados Torrijos-Carter” estipuló en términos muy genéricos, que Panamá administraría a partir del inicio del siglo XXI los recursos del canal. Aún existen en el recuerdo las imágenes de cómo en el año 2000 los marines estadounidenses salieron de sus bases militares en las inmediaciones del canal. Sin duda el impacto de las declaraciones de Trump en Panamá han sido diversas, desde la posición soberanista del gobierno de Mulino, hasta la recomendación que hace el propio Rubén Blades, “de tomarse en serio las declaraciones del mandatario estadounidense”. Por lo que, en este momento no sabemos el alcance real que puedan tener las amenazas de Trump, aunque si sabemos que esos infundios atentan no sólo contra la soberanía de Panamá, sino contra toda la región, entiéndase América Latina, y contra todo un pueblo: el latinoamericano, que ahora más que nunca deberán tomarse muy enserio los procesos de integración para fortalecer sus posiciones ante lo que pueda ejecutar Estados Unidos. Como he compartido con una de mis colegas académicas más informadas sobre procesos de integración y cooperación latinoamericana, la posición de México al respecto ha sido muy tenaz y determinante como hasta el momento lo ha hecho el gobierno de Claudia Sheinbaum, cuando recientemente declaró, “Por cierto, nuestro apoyo siempre a Panamá, ayer no lo mencioné, pero nuestro apoyo siempre al pueblo y al gobierno de Panamá”. Un elemento para considerar fue la afirmación de Trump al tomar posesión: “China está operando el canal de Panamá. Pero no sé lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá y lo vamos a recuperar”, esto frente a la nueva geopolítica multipolar en donde la presencia de ese país asiático en nuestro continente se ha fortalecido, situación que no tiene muy contento a nuestro vecino del norte.
Investigador CIALC-UNAM