El pasado 21 de febrero de 2025, la presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, recibió al abogado de Pedro Castillo en Palacio Nacional. Ese día en su cuenta de X publicó “Recibí a Guido Croixatto, quien encabeza en Perú la causa justa de la defensa de Pedro Castillo. Deben prevalecer la justicia, la democracia y el respeto a los derechos humanos”.

Poco después el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú hizo público un comunicado en donde rechaza y protesta por las declaraciones de la presidenta de México y abunda: “Esta sostenida posición ideologizada de la señora Sheinbaum demuestra un marcado irrespeto por el estado de derecho y el principio de no intervención, contradiciendo los elementos fundamentales que sustentan la Doctrina Estrada, que el gobierno mexicano dice defender”. Fechado en Lima el 21 de febrero de 2025.

Platicando con mi colega, experta en temas de cooperación latinoamericana, coincidimos en destacar dos elementos que interactúan en torno a este pasaje de las relaciones diplomáticas México-Perú.

El primero nos obliga a recordar que Víctor Haya de la Torre, uno de los líderes políticos peruanos más conocidos del siglo XX, fundó en México en 1924, el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) que tuvo un impacto de gran calado en el espectro político peruano. Este episodio, además de convertirse en uno de los más representativos en la historia de las relaciones diplomáticas de México y Perú, nos remite a recordar que fue precisamente, Haya de la Torre, quien se benefició del derecho de asilo en 1948 cuando solicitó ese derecho a la Embajada de Colombia en Lima y su asilo se convirtió uno de los más largo de los que se guarde memoria.

El segundo es que a finales del año pasado el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM publicó el libro colectivo Exilios, destierros y asilos en Iberoamérica Contemporánea. La publicación cierra con un capítulo del Embajador Pablo Monroy, quien era entonces representante de México en Perú, en la coyuntura del golpe de estado a Pedro Castillo en junio de 2022. Monroy, señala y brinda argumentos de la posición de México en la protección de Castillo y al resguardo de los derechos de la familia del presidente peruano, una vez que se asilaron en la Embajada de México en Lima.

Tan sólo en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, el Estado mexicano, entre otros muchos más casos, protegió y ayudó a salir de Chile a la familia

del derrocado presidente Salvador Allende; también se exilió al Sha de Irán en 1979, salvaguardó la vida del expresidente argentino Héctor Cámpora y lo trasladó a México. Más recientemente dio protección diplomática a Evo Morales y al exvicepresidente de Ecuador Jorge Glass. Existe una muy buena sinergia entre el humanismo mexicano y el derecho de asilo que las personas buscan por diferentes motivos políticos que se ven amenazadas por la represión.

Este principio de la política exterior mexicana es un sello distintivo de larga data, como lo señaló recientemente Jesús Ramírez Cuevas cuando publicó el pasado 5 de marzo en su cuenta de X: “El presidente Castillo, depuesto y preso injustamente, denunció violaciones a sus derechos. Desde México nos solidarizamos con su lucha y esperamos recupere pronto su libertad y Perú la senda democrática”. En ese sentido, el exilio, el destierro y el asilo, reiteramos, que el humanismo mexicano es una línea esencial, en la cual ha hecho más énfasis los dos gobiernos de la Cuarta Transformación.

José Francisco Mejía Flores

Investigador CIALC, UNAM

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