La confianza como factor de credibilidad. Para un estudio de recepción de audiencias juveniles, ante el espectáculo mediático del debate del domingo, podría servir la decodificación que da título a estas notas, de una espectadora, ante el show de las candidatas. Por lo pronto, a mí me abrió una vía de racionalidad en medio de la intoxicación producida por la mezcla de lo que vi y escuché la noche del domingo, en la tele, y las reacciones —más o menos uniformes— de decenas de analistas en el papel de spin doctors: esos expertos en ‘curar la realidad’, como alguien los definió. Para no hablar de las embusteras sobreactuaciones —jubilosas— de partidarios de una y otra de las candidatas. Esta suerte de aforismo, “Claudia me dio miedo, Xóchitl me dio risa” proviene de una joven ambientóloga a del campus de Ensenada de la Universidad de Baja California. Y su eficaz, espontánea síntesis da en el blanco de los estudios más rigurosos sobre factores de credibilidad que resultaron ignorados por las candidatas, con el resultado de provocar en algunas audiencias los efectos indeseables de miedo y de risa. Ninguna de las dos, por ejemplo, pareció encaminada a generar confianza en electorado, primer factor de credibilidad, de los aportados por el campo de la comunicación pública. Claudia pareció centrarse sólo en cultivar y reforzar la confianza del actual presidente en su pupila, lo que, para colmo, no habría logrado, de acuerdo con las fuentes palaciegas de Salvador García Soto recogidas aquí, en su columna de ayer martes.
Habilidades de gobierno, estatus y aplomo. Ninguna de las dos mostró sus habilidades de gobierno: ni Claudia adoptando un tono de informe presidencial para hablar de sus ‘logros’ en la CDMX —y asomando una actitud de dictadora para imponerlos como realidades— ni Xóchitl al momento de ridiculizarlos. Lo primero fue algo de lo que quizás generó miedo ante una Presidencia de Claudia, y lo segundo, risa ante las posibilidades de Xóchitl. Y miedo y risa son dos efectos comunicativos siniestros, generados por quienes aspiran a ejercer el poder concentrado en la Presidencia de la República. Tampoco trasmitieron las candidatas otro factor de credibilidad insustituibles en aspirantes a la Presidencia de México, es decir, a ser presidentas de todos los mexicanos: el factor estatus, la identificación con el cargo que se pretende ostentar. Claudia, impedida por su mimetismo y la percepción de dependencia del actual presidente, con sus actitudes de secta y exclusión de los otros. Xóchitl, por su desparpajo de ‘buena onda’, que pudo embonar como factor de identificación con la que considera la gente común, pero que se le ha revertido como una de sus mayores vulnerabilidades. “Que ondaaaa”, fue el saludo a los reporteros al llegar al INE, un ruido disonante producido por quien llegaba a tratar de mostrar sus aptitudes —y actitudes— a la altura del estatus presidencial. A esa vulnerabilidad, Xóchitl agregó otra, ya en el debate, incompatible con otro factor clave de credibilidad: el aplomo, el autocontrol. Y es que, como lo advirtió una mayoría de observadores, la candidata del Frente se mostró nerviosa, insegura de sí misma, equivocándose, leyendo y poniendo al revés uno de los cartones puestos ante las cámaras por cada participante.
Me dio miedo. Hay más factores de credibilidad, expuestos didácticamente por la académica canadiense Sherry Devereaux Ferguson en su libro Communication Planning. Y, ojo: la comunicación no verbal suele revelar lo que oculta la comunicación verbal. Y la expresión facial permite evidenciar situaciones emocionales que advierten de odio o menosprecio, fastidio ante el cuestionamiento y disposición a reprimir al disidente. Probablemente de aquí provenga el “Claudia me dio miedo” de la joven espectadora de Ensenada.