Caminamos del fin del estado de derecho al fin del Estado, punto, sustituido por el ‘movimiento’ y su caudillo.

Fastos del séptimo año. Despejado ya todo rubor por la desaparición de las fronteras entre los campos de responsabilidad constitucional de cada presidente, en diez días se dispone el régimen a celebrar el Año Siete de la Era de AMLO/Sheinbaum. Borroneado explícitamente por ellos el límite temporal del poder de los presidentes —un linde infranqueable, desde Cárdenas, que le dio razonable estabilidad al país por casi un siglo— cunde la confusión sobre el origen y el alcance de cada decisión. Y sobre la autoría de cada uno de los numerosos quebrantos sociales, institucionales y nacionales del septenio. De allí, en parte, el desbordamiento de tensiones y protestas previas a los fastos del séptimo año. Lejos de la clásica, gozosa comedia de 1955 de Billy Wilder, con Marilyn Monroe, sobre una pasajera Comezón del séptimo año, el diagnóstico de este séptimo aniversario, a celebrarse este inminente diciembre, parecería indicar algo más parecido a una gangrena.

Crimen y demolición del Estado. Prohijados por acción, omisión y amorosa narrativa en el gobierno de López Obrador, en el primer plano aparecen los estragos de las bandas y los cárteles criminales. Son los disparadores tanto de las tensiones internas del régimen (Senado, Armada, aduanas…) como de la creciente inconformidad externa en calles, plazas y carreteras (asesinato de Carlos Manzo, transportistas y agricultores, Generación Z…). Por su parte, el origen del florecimiento y la expansión de los poderes criminales radica en buena parte en el poder autocrático que los favoreció, en el colapso del Estado de derecho que emprendió y en la demolición de las reglas e instituciones de la democracia. Todo ello, iniciado por AMLO e instrumentados por Sheinbaum.

El “México bronco” como profecía realizada. En este punto resurge la discusión de medio siglo atrás sobre la correspondencia entre déficit democrático y dominio criminal de las sociedades en tierras sin ley. Y aquí la advertencia de Reyes Heroles del regreso del “México bronco” si persistía el rezago democrático en el país —un eficaz argumento para vencer las resistencias de las zonas más arcaicas del poder, en la década de 1970— parecería devenir profecía realizada en el Año 7 de la Era de AMLO. Por cierto, la resistencia del viejo priismo era a la introducción del sistema de representación proporcional en la integración de la Cámara de Diputados Federal y en los congresos de los estados. Y este es justo uno de los avances que ahora se propone echar abajo la iniciativa de la presidenta Sheinbaum. Ya se verá qué pasa en los años siguientes con el México Bronco, en respuesta a los nuevos retrocesos democráticos en curso. Por lo pronto, aquí va la boleta de calificaciones del séptimo año del régimen.

Reprobado. México alcanzó el primer lugar en el planeta en la “Calificación de los mercados criminales” del “Indice 2025 del Crimen Organizado Global” (Global Organized Crime Index 2025 Criminal Market Scores). Y el tercer lugar entre los 10 países más criminalizados del orbe, de acuerdo con el informe de este mismo año de ‘Criminality scores’. Y no parece simple coincidencia que, en este mismo año, IDEA, el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral, reportó una caída de México al nivel ‘bajo’ en la categoría de Estado de Derecho de su ‘Marco del Estado Global de la Democracia’, entre varios indicadores internacionales que nos ponen entre los últimos lugares en este rubro. Y a manera de regalo por el séptimo cumpleaños del régimen, IDEA reporta: “Desde 2019, ha disminuido su nivel en ‘Elecciones Creíbles’, ‘Libertades Civiles’, ‘Libertad de Prensa’, ‘Libertad de Circulación’ e ‘Independencia Judicial’.

Académico de la UNAM. @JoseCarreno

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