El gobierno de López Obrador pretende gastar más de lo que ingresa. De acuerdo al proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, la diferencia entre los ingresos y los egresos del gobierno equivale a casi 5% del PIB, esta diferencia es la más alta desde 1989.
El incremento en el gasto anual equivaldrá al 26.2% del PIB, mientras que el aumento en los ingresos del gobierno será de apenas 21.3%. Esto se llama DÉFICIT FISCAL.
El gasto del gobierno para el ejercicio presupuestal 2024 está impulsado principalmente por el incremento en el monto del recurso destinado a programas sociales, el sobre costo en la construcción de la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, una enorme cantidad de dinero para la SEDENA, y las gigantescas e irresponsables transferencias a PEMEX y a CFE.
Las finanzas del país, que en términos macroeconómicos parecieran estar estables, podrían colapsar para el siguiente año. Aunque lo niegue, al articular un presupuesto deficitario, el Presidente está activando una bomba que estallará en las manos de la mujer que habrá de sucederlo en 2024.
El próximo sexenio podría iniciar con una grave crisis fiscal, y sólo habrá tres opciones para paliar sus efectos: contratar (más) deuda, reducir brutalmente el gasto público o incrementar impuestos.
En cualquier caso, y dependiendo del entorno externo, nuestra economía se verá severamente afectada, y quienes más sentirán los efectos de la crisis serán los millones de mexicanos en pobreza extrema.
Proponer un presupuesto como el que pretende López Obrador, es absolutamente irresponsable. El presidente antepone sus intereses políticos y los de su partido sobre el interés nacional y la estabilidad del país a mediano plazo. Se buscar ganar las elecciones a punta de billetes, sin importar las consecuencias.
Incrementar el DÉFICIT fiscal, endeudarnos más, convertir la deuda de PEMEX en deuda soberana con cargo a los ciudadanos, aventar cantidades enormes de dinero a la SEDENA e incrementar sin reglas
claras de operación el recurso para programas sociales; equivale a colocarle una camisa de fuerza al siguiente gobierno, y prácticamente empeñar nuestro futuro.
El siguiente gobierno encontrará un país lleno de problemas: sin paz social, con precaria certeza jurídica para la inversión, con finanzas públicas muy deterioradas, con altos índices de desempleo, con empresas estatales quebradas y con varios litigios por atender en el marco del T-MEC por la irresponsable política energético y laboral de la actual administración.
Para Andres Manuel López Obrador, el largo plazo no dura más de 30 o 40 minutos. Para él, lo importante es obtener réditos políticos en lo inmediato para asegurar su sucesión y pasar a la historia (dice él) como gran transformador, no importa que con eso tire a la basura el futuro de México.