En memoria de Don Alfonso García Robles,
padre del Tratado de Tlatelolco.
El 14 de febrero de 1967 fue abierto a la firma el Tratado para la proscripción de armas nucleares en América Latina, llamado Tratado de Tlatelolco como se le conoce actualmente por haber sido en la sede de la Cancillería mexicana donde se abrió a su firma hace 57 años bajo la presidencia del entonces embajador Alfonso García Robles, premio Nobel de la Paz, verdadero campeón del desarme quien concluyó con todo éxito los trabajos de la comisión preparatoria para la desnuclearización de América Latina cuyos inicios fueron en marzo de 1965 y finalizados en febrero de 1967.
De gran trascendencia y repercusiones fue la iniciativa de dicho Tratado por aportar valores supremos para el desarme la paz y seguridad internacional, conducta que sin recurrir a hipérboles le ha dado gran prestigio a la política exterior de nuestro país en el concierto de naciones con un reconocimiento al valor supremo de este instrumento, ejemplo a seguir para otras regiones del mundo, constituyendo zonas libres de armas nucleares en el Pacifico Sur como el Tratado de Rarotonga el cual establece la segunda zona desnuclearizada de una región densamente poblada. El espíritu de este documento fue el Tratado de Tlatelolco.
Desde abril de 1963 y por iniciativa mexicana, 5 repúblicas latinoamericanas formularon una declaración con la idea de la desnuclearización militar en nuestra América. Las Naciones Unidas aprobó de inmediato la resolución 1911 (XVIII) otorgándole reconocimiento y colaboración por esta valiosa iniciativa seguida de otros países del continente que se sumaron al proyecto como fueron Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México.
Este compromiso prohíbe el desarrollo, adquisición, ensayo y emplazamiento de armas nucleares en los países de América Latina y el Caribe, después de la firma de los siguientes Estados latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay, Venezuela. Protegiendo a una población de más de 650 millones de habitantes.
Ante el peligro inminente de una escalada bélica entre Rusia-Ucrania, así como las operaciones en Oriente Medio contra poblaciones civiles indefensas, mujeres, niños y ancianos se puede provocar una vorágine destructiva de toda forma de vida de la cual no se salvarían ni las cucarachas. Hacemos un llamado enérgico a las potencias para que realicen una paz negociada, respetando la existencia de la humanidad.
La conducta del Estado mexicano en el desarme general y completo ha sido ejemplar inspirado en la defensa de la paz y seguridad internacional, desde la firma de la Carta de las Naciones Unidas en 1945 al término de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Organización Internacional, para preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra y fe en los derechos fundamentales del hombre, justicia y respeto a las obligaciones de los tratados. Encaminado a ser el mejor defensor de la paz, la justicia y la cooperación internacional, acatando medidas colectivas para eliminar actos de agresión unilateral entre los países miembros de la organización. Actualmente diversas potencias violan flagrantemente las normas fundamentales de las Naciones Unidas.
En este momento contemplamos en todo su esplendor una amenaza real por la utilización de armas nucleares que como espada de Damocles son un peligro para la humanidad entera. México ha condenado la utilización de estos artefactos utilizados por las potencias que actualmente las poseen, y que tienen la capacidad de destrucción mutua asegurada de 16 veces toda forma de vida planetaria.
Estas armas representan el mayor peligro inminente para los pueblos en manos de Estados irresponsables que podrían provocar una catástrofe irreparable. Hagamos un llamado para el alto al fuego, y que hable la voz de la justicia y la razón.
Director del CEESTEM