México está a punto de estrenar un Poder Judicial renovado. La reforma constitucional de 2024 eliminó al Consejo de la Judicatura Federal y lo sustituyó por dos órganos inéditos, al tiempo que redujo y reorganizó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A partir de septiembre de 2025, este diseño empezará a operar y el país entrará en un terreno desconocido. El momento exige un análisis sereno y la convicción de que todo está por venir; pero también observar la forma y resultados que empezaremos a presenciar.
El Tribunal de Disciplina Judicial
Cinco magistrados electos en las urnas tendrán la tarea de vigilar y sancionar la conducta de jueces y magistrados. Será el órgano más poderoso del Poder Judicial; mucho más que la Corte. Su legitimidad proviene del voto ciudadano y sus resoluciones serán definitivas. La idea es fortalecer la rendición de cuentas y combatir la corrupción judicial. El riesgo es que se convierta en un espacio de revancha política y de control de las resoluciones judiciales. La oportunidad del Tribunal está en demostrar que puede sancionar con imparcialidad abstraído de las decisiones judiciales, establecer criterios transparentes de actuación y construir confianza con hechos.
El Órgano de Administración Judicial
Este nuevo ente administrará el presupuesto, la infraestructura, los recursos humanos y la carrera judicial. Sus cinco integrantes provendrán de la Corte, el Senado y la Presidencia. Allí radica la tensión. Puede ser una plataforma para modernizar la gestión con reglas claras y presupuestos suficientes o puede abrir la puerta a injerencias partidistas en decisiones sensibles como recursos y nombramientos. La clave será la transparencia de sus decisiones y la capacidad de actuar con transparencia y rendir cuentas claras. Después del Tribunal de Disciplina Judicial, será el órgano con mayor poder e influencia.
La nueva Suprema Corte de Justicia
La Corte funcionará con nueve ministros y sin salas. Será un órgano sin poder real; incluso, estará al margen de las grandes decisiones del Poder Judicial. Corre el riesgo de que su papel como “Supremo Tribunal Constitucional” quede en lo meramente testimonial. Todos los asuntos deberán resolverse en Pleno mediante sesiones públicas y los pendientes de cuentan por miles, más los que vienen, por lo que el peligro de saturación y tardanza es evidente. La agenda inmediata incluye temas fiscales, debates sobre política criminal y el futuro de la prisión preventiva oficiosa, que sin duda acabará por legitimarse. La Corte hará bien en priorizar con criterios claros, comunicar sus razones y actuar -en la medida de lo posible, que será muy poco- como contrapeso institucional. En todo caso, su legitimidad no se afirmará con discursos ni buenas intenciones, sino con resoluciones sólidas, oportunas, transparentes y sobre todo valientes.
Todo por venir
Estamos ante un parteaguas. Para algunos, la reforma democratiza para bien la justicia. Para otros, abre la puerta a la subordinación de los juzgadores. Ninguno de los dos diagnósticos es definitivo. El desenlace dependerá de la actuación de los nuevos órganos y del escrutinio de la sociedad.
La justicia mexicana inicia su hora cero. Si los nuevos actores cumplen con su responsabilidad, podremos acercarnos a una justicia eficaz y confiable. Si ceden a la dominación, volveremos a la frustración conocida. Todo está por venir y conviene seguirlo de cerca.
Jorge Nader Kuri, abogado penalista. X: @JorgeNaderK