Desde que asumió el liderazgo del PSOE en 2014, Pedro Sánchez ha contado con dos poderosos secretarios de organización del partido (contrapartes de Andy): José Luis Ábalos, uno de sus aliados más cercanos, y Santos Cerdán, quien lo sucedió. Ambos forman parte de la red de corrupción conocida como caso Koldo, en honor al operador y “conseguidor” de los dos políticos y quien completa la tercia de investigados por montos que palidecen en comparación con las numerosas estafas que presuntamente involucran a miembros de Morena que gozan de total impunidad.

El escándalo, que sacude a España y ha puesto al gobierno contra la pared, estalló después de que la Guardia Civil encontrara una serie de grabaciones hechas por Koldo para protegerse cuando sintió que estaba siendo traicionado por los altos políticos socialistas. Los audios muestran con toda crudeza el pago de comisiones a cambio de asignaciones de contratos a empresas, algunas de las cuales ya habían estado involucradas en escándalos con el PP, así como comentarios despreciativos y misóginos sobre mujeres con las que los presuntos criminales celebraban cotidianamente su nueva fortuna.

Ábalos había sido primero separado como ministro de Transportes y, hace unos meses, del grupo parlamentario del PSOE, mientras que Cerdán se vio obligado por los audios a dejar su cargo, afiliación al partido y su escaño como diputado, para acabar en prisión preventiva. Desde luego, esto no ha sido suficiente para la oposición, que quiere la cabeza de Sánchez. Núñez Feijóo, líder del PP, exige la dimisión del presidente o un adelanto de las elecciones porque reconoce que no tiene los votos para una moción de censura, similar a la que Sánchez promovió exitosamente contra Rajoy en 2017… también por corrupción. El PSOE gobierna con Sumar, escisión de Podemos, y cuenta con el apoyo de una serie de pequeños partidos nacionalistas y del propio Podemos. Una moción de censura y un eventual gobierno del PP incluiría a Vox, de extrema derecha franquista. En las circunstancias actuales, ningún partido nacionalista o de izquierda apoyaría una moción que incluya a Vox, cuya cercanía al PP sigue siendo el mayor obstáculo para que Feijóo gobierne, como lo fue tras las elecciones de 2023. El líder del PP enfrenta, además, el sabotaje de su rival interna, la ambiciosa presidenta de Madrid, Díaz-Ayuso, que necesita vivo a un enemigo como Sánchez.

La caída de Sánchez, sin embargo, podría venir desde dentro. Sus socios no se han quedado con los brazos cruzados. Además de reclamar airadamente al presidente, están tratando de aprovechar políticamente la crisis, exigiendo concesiones adicionales. Al interior del PSOE la situación se complica también porque acechan nuevas revelaciones y un desgaste acumulado. Rivales de antaño están asomando la cabeza, mientras que políticos de ahora comienzan a prepararse para un PSOE sin Sánchez. Aunque nunca ha ocurrido en el poder, tampoco podría descartarse una rebelión interna que provocara un cambio de liderazgo en el partido y el gobierno, sin elecciones.

Si bien España sufre recurrentemente de escándalos de corrupción, sus instituciones funcionan. Cualquiera que sea, el desenlace de esta crisis tendrá consecuencias políticas y legales que difícilmente veríamos en nuestro país. Porque si bien México y España tienen muchas cosas en común, la impartición de justicia no es una de ellas. Como dicen, “envidia de la buena”.

Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos. @amb_lomonaco

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