Después de meses de controversias, negociaciones y amenazas, el Congreso estadounidense finalmente adoptó la iniciativa fiscal conocida como Big Beautiful Bill. A muchos estadounidenses les preocupaba el predecible y notable incremento en el déficit y la deuda pública. A otros, los recortes en la seguridad social y los apoyos a la salud. Pero ahora comienzan a surgir voces alarmadas por el brutal incremento al presupuesto de la “migra” o ICE (Immigration and Customs Enforcement), que hacia 2029 recibirá 100 mil millones de dólares, diez veces su nivel actual y superior al PIB de más de 120 países.
Desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, el trabajo de ICE ha estado sujeto a severas y justificadas criticas, firme rechazo y constantes demandas judiciales. Agentes con los rostros cubiertos, sin uniforme ni identificación, han conducido redadas lo mismo en la vía pública que en santuarios. Han irrumpido en escuelas, iglesias, hospitales, casas particulares, centros de trabajo y comercios, en muchos casos sin causa previa, ejecutando arrestos a menudo bajo la sola sospecha de un tatuaje o la piel más obscura, separando familias y traumatizando a menores. Lejos de concentrarse en la frontera o en individuos peligrosos o con órdenes de arresto, las detenciones han incluido a trabajadores honestos, migrantes documentados, en proceso de regularización, casados con ciudadanos o con hijos estadounidenses e, incluso, residentes permanentes. Con frecuencia, han sido ejecutadas con apoyo de fuerzas militares, diseñadas para aterrorizar ciudades enteras gobernadas por el Partido Demócrata. Comienzan a aparecer campos de concentración en los pantanos de Florida bajo el resguardo de lagartos. Miles han sido deportados a sus países de origen, pero muchos otros a centros de detención al otro lado del mundo, lejos del alcance de la justicia. Como resultado, hay temores fundados de que el crecimiento exponencial en el presupuesto de ICE exacerbe los abusos. México debería prepararse para hacer frente a tiempos todavía más difíciles y dramáticos para los paisanos en EU.
Más allá de solidaridad con los migrantes y sus familias, en EU hay otro tipo de recelos de cara al inminente empoderamiento de ICE, particularmente ante la pulsión autoritaria que muestra el injustificado despliegue de tropas de la Guardia Nacional en Los Angeles y ahora en Washington. Con un incremento de 11 mil elementos adicionales (para llegar a 20 mil), la “migra” se convertirá en la fuerza policiaca más grande en el país, por encima del FBI, la DEA y cualquier policía estatal o local. La incorporación de tantos individuos en tan poco tiempo ha obligado a reducir los estándares de admisión, lo que probablemente generará un cuerpo todavía menos profesional. Inevitablemente atraerá a sujetos con pocos escrúpulos, tendencias racistas y gusto por la violencia y el caos. Se teme que, por tanto, se convierta no solo la fuerza policiaca más grande sino, a diferencia de otras con décadas de servicio y procedimientos, la más leal a sus patrones políticos y más susceptible a acatar órdenes por encima de la ley y de las instituciones. Un ejército incondicional a Trump, como el que hubiera deseado tener a su disposición en 2020 para impedir la transferencia pacífica del poder. Como las guardias pretorianas, los Tonton Macoute de Papa Doc o los servicios de seguridad cubanos en Venezuela.
Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos. @amb_lomonaco

