Durante años, ella sintió que su valor cabía en un número: los kilos en la báscula, las calorías en el plato, las veces que lograba no comer o vomitar sin que nadie se diera cuenta. Su vida se volvió una sombra. La tristeza era constante, lloraba todo el tiempo y la ansiedad se sentía tan insoportable que solo los cortes en la piel parecían darle un respiro, aunque fuera doloroso. En ese laberinto oscuro, dejó de reconocerse y dejó de importar quién más sufriera con ella. Ni siquiera la mirada angustiada de su madre bastaba para detener la batalla que libraba contra su propio cuerpo y desaparecer ese sentimiento de no ser suficiente, que podía llevarla a la muerte. Ella padecía de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

¿Qué son los TCA?

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son problemas complejos y graves que afectan la manera en que una persona se alimenta y se relaciona con la comida, el cuerpo y el peso. Implican cambios en lo que se come, su cantidad o incluso conductas para evitar la absorción de los alimentos. Estas alteraciones se convierten en un trastorno cuando se mantienen por un tiempo y causan un daño importante a la salud física o emocional.,

Los principales tipos de TCA son:

  • Anorexia nerviosa: se caracteriza por la restricción en la ingesta de alimentos y el miedo a engordar aunque el peso sea menor al saludable, vómito autoinducido y uso de laxantes.
  • Bulimia nerviosa: incluye episodios recurrentes de atracones, sensación de pérdida de control sobre la ingesta de comida y conductas como uso de laxantes y diuréticos, vómito autoinducido, ayuno y ejercicio excesivo.
  • Trastorno por atracón: incluye ingesta excesiva y recurrente de alimentos en poco tiempo, comer hasta sentirse incómodamente “lleno”, comer solo o sin hambre, o comer por enojo, tristeza o aburrimiento.3

Existen subtipos y niveles de severidad de estos trastornos, de acuerdo a la gravedad de los síntomas que se presentan.

En América, una de cada veintidós mujeres jóvenes presenta algún TCA, y la tendencia va en aumento. En México, los casos crecieron más de 50% entre 1990 y 2021, según datos recientes del Institute for Health Metrics and Evaluation. Los hombres menores de 40 años también comienzan a aparecer en las estadísticas.,

“El tratamiento es complejo —explica la Mtra. Claudia Lizardi Hoyos—. Se necesita un equipo multidisciplinario con al menos cuatro especialistas. Eso eleva los costos y exige un alto compromiso familiar. Además, los índices de recuperación no son tan altos como en enfermedades agudas, lo que genera frustración en pacientes, familias y terapeutas.”

Machismo y TCA

Aunque los TCA tienen causas biológicas y ambientales, la dinámica familiar es determinante. En su libro Father Hunger: Fathers, Daughters, and the Pursuit of Thinness, la autora Margot Maine señala que muchas mujeres con anorexia viven un “hambre emocional”: una necesidad no satisfecha de atención y validación paterna. Cuando el padre es ausente, crítico o emocionalmente inaccesible, la hija puede desarrollar una identidad basada en la aprobación externa. Si además idealiza la delgadez o la perfección, refuerza la idea de que el valor depende de la apariencia. Así, el cuerpo y la comida se vuelven los únicos espacios donde la hija siente poder y control.

La Mtra. Lizardi coincide en que estos rasgos son comunes en familias con estructuras machistas, donde la rigidez, la crítica y la violencia emocional se combinan con la falta de cercanía afectiva. En ese entorno, el cuerpo femenino se convierte en campo de batalla entre la necesidad de aprobación y el deseo de autonomía, lo que es tierra fértil para TCA.

Obesidad y TCA

Clínicamente, la obesidad se diagnostica cuando el índice de masa corporal (IMC) de una persona es igual o superior a 30 kg/m², afectando la salud física y emocional y aumentando el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

En los últimos 30 años, la obesidad se duplicó en adultos y se cuadruplicó en adolescentes. Hoy, uno de cada ocho adultos en el mundo vive con obesidad. En México, la cifra es más alarmante: tres de cada ocho adultos la padecen. La búsqueda de soluciones rápidas ha impulsado el uso de medicamentos inyectables como Ozempic o Mounjaro, diseñados originalmente para tratar la diabetes, pero populares por generar pérdida de peso.

La Dra. Ana Gabriela Lozano, especialista en nutrición para personas con TCA, aclara que estos fármacos pueden ayudar en casos de trastorno por atracón o resistencia a la insulina, pero siempre bajo supervisión médica. Están contraindicados en anorexia y su uso sin control puede causar daño al páncreas o la vesícula. Estos medicamentos no curan la relación con la comida. Si se utilizan sin acompañamiento psicológico, pueden convertirse en otra forma de evasión o dependencia y causar graves daños a la salud.

Es importante señalar que, ante un caso de obesidad —evidente al evaluar el peso y el índice de masa corporal (IMC)— debe considerarse también la posibilidad de un trastorno de la conducta alimentaria, particularmente el trastorno por atracón. Detectarlo permite ofrecer un tratamiento integral y lograr un mejor pronóstico. En caso de que no exista un TCA, se recomienda dar seguimiento durante el proceso de pérdida de peso para evitar que se desarrolle uno a lo largo del tratamiento.,

Diabetes y TCA

De acuerdo a algunos estudios, hasta el 60% de los pacientes con Diabetes Mellitus tipo 1 y hasta el 40% de los pacientes con Diabetes Mellitus tipo 2 pueden cumplir criterios de trastornos de la conducta alimentaria. Ambas afecciones requieren de tratamiento y seguimiento, con un enfoque integral para evitar mayores complicaciones.

Los estudios indican que hasta el 60% de quienes viven con diabetes tipo 1 y el 40% de quienes padecen diabetes tipo 2 cumplen criterios de TCA. Esto se debe a que la falta de insulina altera la regulación de hormonas y neurotransmisores relacionados con el apetito y la energía, favoreciendo los atracones y la omisión de insulina, aunado a la dieta tan estricta que deben seguir los pacientes.,

Factores de riesgo

Los TCA son de origen multifactorial. Intervienen aspectos biológicos, familiares y sociales, entre ellos:

Personales:

  • Antecedentes familiares de TCA
  • Perfeccionismo, baja autoestima y alta autoexigencia
  • Insatisfacción corporal o bullying por la apariencia
  • Sobrepeso u obesidad en la infancia
  • Enfermedades crónicas o dietas rígidas (como en la diabetes tipo 1 y 2)

Familiares:

  • Sobreprotección, rigidez y dificultad para resolver conflictos
  • Padres perfeccionistas o críticos del cuerpo
  • Modelos machistas o expectativas excesivas

Prevención y atención de TCA

Prevenir un trastorno de la conducta alimentaria comienza en casa. Es fundamental fomentar una imagen corporal positiva desde la infancia, cuestionar los mensajes que circulan en redes sociales y enseñar hábitos alimentarios flexibles, sin culpas ni etiquetas. También conviene promover la actividad física como una forma de cuidar la salud, no de modificar la apariencia, y hablar abiertamente sobre las emociones y los cambios en el estado de ánimo o la conducta.

Entre las señales de alarma más comunes se encuentran contar calorías de manera obsesiva, restringir alimentos, ir al baño después de comer, hacer ejercicio en exceso, el uso de laxantes y diuréticos, usar ropa muy holgada, cambios drásticos en el peso, preocupación exagerada por el contenido de los alimentos, conductas extrañas ante la comida (como desmenuzar, masticar y escupir, comer de pie) o mostrar irritabilidad constante.

Cuando aparecen estas señales, es vital acudir con un especialista en TCA. El tratamiento requiere de un equipo multidisciplinario —nutrición, medicina, psicoterapia y psiquiatría— y la participación activa de la familia, para restablecer los vínculos y sanar las heridas emocionales que el cuerpo manifiesta, como señala la Mtra. Lizardi. Hoy también sabemos que es importante considerar la dimensión neurobiológica del trastorno.

En el campo de las neurociencias, investigaciones recientes han identificado alteraciones cerebrales que podrían preceder una TCA, siendo factores de vulnerabilidad, y otras que surgen o se intensifican como consecuencia de la enfermedad. Comprender estos mecanismos abre la puerta a tratamientos más integrales y personalizados, con mejores posibilidades de recuperación, que esperemos pronto estén al alcance de las y los pacientes en nuestro país.

Los trastornos de la conducta alimentaria y la obesidad suelen avanzar en silencio, pero también pueden convertirse en un punto de partida para reconstruir la autoestima, la empatía familiar y la relación con el propio cuerpo. El tratamiento exige tiempo, paciencia, compromiso y recursos, pero la vida —la de una mujer, la de cualquier persona— siempre lo vale.

Fundador del Centro de Estudios Superiores Monte Fénix (CESMF)

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