«Para la diplomacia una cuestión aplazada ya está resuelta.»
André Maurois
Son varios los factores por los que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tuvo resultados positivos con la estrategia desplegada hasta ahora en la nueva relación con el gobierno estadunidense que encabeza Donald Trump. El primer factor es su fortaleza política. La aprobación popular y el respaldo mayoritario de los legisladores del país no se hizo esperar luego de que el mandatario de los Estados Unidos anunciara el sábado pasado la imposición de aranceles a los productos mexicanos que ingresen a dicha nación. Mientras esto sucedía, diversas cámaras y organismos empresariales del país manifestaron su compromiso de apoyar a la administración de la doctora en diversos comunicados. El presidente de Canadá no tuvo la fuerza y el respaldo interior en su propio país. Justin Trudeau se aceleró, se acercó demasiado en un primer momento, enseñó ufanamente que daba pasos a la conciliación y recibió el menosprecio de Trump, de tal manera que se sumó a las divisiones internas de su partido político y se vio obligado a renunciar. La negociación mexicana de este lunes abrió el camino a múltiples nuevos acuerdos de colaboración que podrían ayudar a resolver las principales problemáticas que comparten México y EE. UU.
Semanas antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca para cumplir con su segundo mandato, la doctora Sheinbaum dio a conocer la creación del «Plan México» que entre otras cosas pretende impulsar a la economía mexicana para que en unos años sea la décima del mundo, también contempla producir el 50% de productos para el consumo nacional, la creación de 100 parques industriales para emplear a miles de obreros y que México se posicione en el top 5 de los destinos turísticos del mundo. Este proyecto dio señales concretas a los inversionistas internacionales respecto a las directrices que seguirá el Gobierno de México en los próximos años.
Otro factor que ha contribuido a que las declaraciones de Trump no tuvieran mayor resonancia en los mercados e inversionistas, fue el despliegue de mensajes informales y la comunicación directa y discreta con colaboradores del nuevo gobierno estadounidense en materia migratoria. Al grado de que, en sus redes sociales, el presidente estadunidense publicó como logros los datos proporcionados informalmente por los servidores públicos mexicanos.
Claudia Sheinbaum en días pasados advirtió las contradicciones de la Casa Blanca, llamando la atención en la irresponsabilidad frente a sus ciudadanos, al ser tolerantes con la venta ilegal de armas al crimen organizado, con la distribución y el consumo ilegal de drogas en las calles estadunidenses, con la salud pública desatendida. Además, anunció que tiene preparadas políticas y medidas racionales, congruentes y de reciprocidad, con las puertas abiertas para el diálogo, en caso de que se regrese a la imposición arancelaria.
Si queremos que América del Norte siga siendo una región próspera económicamente, se debe de optar por medidas que integren y generen el desarrollo regional. Más que construir muros, se deben de tender puentes. En la actualidad, los países que forman parte de esta región producen el 30% de los bienes y servicios a nivel global, de tomarse las decisiones adecuadas, esto puede aumentar en el futuro. A partir de la suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, el Producto Interno Bruto (PIB) de la economía de Norteamérica ha aumentado en una tasa media anual del 2.5%; en la actualidad el comercio conjunto de Canadá, Estados Unidos y México representa el 30% del PIB mundial, de acuerdo a datos del gobierno mexicano.
La presidenta de México ha respondido a las agresiones verbales y económicas de Trump, con la cabeza erguida, con actitud serena y fría, con una mano tendida, pero con la otra, señalando los límites de respeto, soberanía e independencia que no estamos dispuestos a permitir que se transgredan.