Hay una verdadera racha de pleitos entre los poderosos. Disputas inocultables en el bloque gobernante, tanto en la alianza llamada Cuarta Transformación, Morena, Partido del Trabajo, Partido Verde como al interior de Morena, en el seno del gabinete, en las fracciones del Senado y de la Cámara de Diputados, denuncias de periodistas o propagandistas del gobierno contra otros de sus antiguos cómplices, en términos altaneros.
En la semana que concluye se ha dado un agarrón entre el expresidente Ernesto Zedillo y la presidenta Claudia Sheinbaum, con verdades y mentiras de ambos. Ni a cuál irle. Más nos vale no caer en la trampa de apostarle a ninguno de los dos.
La situación nacional se inserta en un panorama internacional insólito, donde las tradicionales coordenadas geopolíticas son un caos.
Tras las delirantes medidas de Trump, está en realidad la disputa con China.
La cuestión del fentanilo oculta su objetivo principal: desmantelar la estructura abierta o encubierta de inmensos almacenes, transportes y envíos de cientos de miles, más bien millones, de mercancías desde territorio mexicano a Estados Unidos.
La disputa feroz entre los poderosos mexicanos está prácticamente borrada en la mirada de Trump. A él no le importa la democracia en México, lo que le interesa es que la presidenta Sheinbaum atienda a sus exigencias de su aceptación de deportar un millón de migrantes, como se hizo público, aunque Trump cubra las apariencias llamándola como una presidenta muy simpática y admirada, en la perspectiva gringa es muy poca cosa, es muy barato hacer elogios , si ello permite someter a México a la política anti China de Donald Trump.
Si a los gringos les resulta indiferente el pleito entre los poderosos mexicanos, sería muy lamentable que los críticos del proceso de destrucción de las incipientes instituciones republicanas iniciado por AMLO y continuado por CSP, tomaran partido en la estridente campaña de Sheinbaum contra Zedillo, a favor de Claudia.
Sería reproducir el viejo instinto nacionalista de apostar por el menos malo, volviendo a desdeñar la construcción de un camino propio, que escape a las trampas, a los viejos dilemas, como el que se promovió en el régimen de LEA, de Echeverría o el fascismo, cuya traducción hoy sería: Con Claudia defensora del pueblo o Zedillo que llevó a la miseria millones con el Fobaproa.
Ni con Claudia, ni sus aliados del gran capital, los militares, los gringos y lo que sea con los cárteles, ni con la vieja nomenclatura priista que en su momento encabezó Ernesto Zedillo.
El reto sigue siendo ir caminando por la ruta de construir un sistema de alianzas, capaz de forjar una república democrática, donde sea posible la convivencia de intereses diferentes e incluso opuestos, en el marco de un gran compromiso histórico democrático.
Es en estas situaciones de estar entre la espada y la pared, donde se debe mantener la autonomía.
@JoelOrtegaJuar