El fantasma del anticomunismo ronda las redes, notas periodísticas, de radio, podcast; nunca mejor dicho fantasma. Eso combaten. Los 7 años del primer piso e inicio del segundo de la 4T no tienen ningún acto comunista, ni siquiera un pálido reformismo.

AMLO y Sheinbaum gobiernan con y para los grandes capitales, que triplicaron sus ganancias; los militares que obtuvieron el control de la Guardia Nacional manejan la seguridad nacional (¿?). Les dieron el manejo de aduanas, aeropuertos, el Tren Maya, persiguen a los migrantes nacionales y los externos, obtienen garantías de impunidad ante las masacres de Tlatelolco, 10 de junio, guerra sucia, vuelos de la muerte por ejemplo y las persistentes “ejecuciones extrajudiciales”; incluso les ofrecen ponerles una “estrella a los caídos en la defensa de las instituciones” ante los mismos familiares de desaparecidos en el Campo Militar Uno por el mismo presidente AMLO; la mafia del poder tiene garantías totales de mantenerse sin el menor riesgo de una reforma fiscal, con topes salariales vigentes desde 1980 de incrementos 3,5 a 4%, por debajo de los índices de inflación; se mantiene el control de los trabajadores a través del charrismo sindical; no se tocan las reformas que abolieron las pensiones y jubilaciones hechas por Calderón; ni siquiera se hacen cambios de reglamentos de la liga de fútbol.

El comunismo de la 4T es un espantapájaros

Sin embargo, la ultraderecha, por ahora bajo el liderazgo de Ricardo Salinas Pliego, se desgañita todos los días contra los comunistas de la 4T. Aprovechan el inmenso desprestigio del campo socialista que se derrumbó en 1991 y sus sobrevivientes en África —Angola por ejemplo—, Asia, Corea del Norte, dictaduras en el mundo de la India, las trágicas y patéticas dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela; el fenómeno que produjo el viraje de los trabajadores que votaban comunistas en Italia, Francia, parte de Portugal, Grecia o por la socialdemocracia en Finlandia, Noruega, Dinamarca y ahora votan por la ultraderecha fascistoide en Italia de Giorgia Meloni; la familia Le Pen en Francia y el coletazo en Sudamérica con Milei.

Ese perverso juego de espejos lo manipula Claudia Sheinbaum para chantajear a Trump, seguir subsidiando a la dinastía castrista en Cuba, callando ante la dictadura de Maduro, nadando de a muertito en Gaza y la invasión de Rusia a Ucrania.

Sobre todo lo usa para justificar su política represiva, con la narrativa de combatir a la “derecha conservadora” que a los comentócratas, al PRIAN de franquicia (el PRI está dentro de Morena en posiciones claves y también cierto panismo) al bloque negro, al feminismo “conservador” que defienden los privilegios que perdieron (cuáles), la corrupción (no se muerde la lengua con los casos del huachicol financiero, La Barredora, Segalmex y ahora el sumum del huachicoleo, los negocios de cárteles y demás en el affaire de Miss Universo).

La imaginación más malévola de los opositores a la 4T nunca imaginó que los casos de personajes siniestros —la mayoría de procedencia priista— serían solapados por la primera Presidenta, como los negocios de Bartlett y su compañera sentimental, los agresores de mujeres Cuauhtémoc Blanco, Félix Salgado Macedonio y otros acosadores; hasta el extremo del homenaje a Rubén Figueroa.

No se trata de casos aislados, es un modus operandi, AMLO y hasta ahora Sheinbaum voltean la vista otro lado ante los delitos que cometen sus compañeros de partido, gobierno, diputados, senadores, gobernadores, familiares de AMLO; en todos los casos mencionados y muchos más que surgirán, la respuesta de la Presidenta es la misma: no estoy informada, sí hay denuncia investigará la FGR, no somos iguales… bla, bla.

@joelortegajuar

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