Cuando escribí este libro en 2018, recibí muchas diatribas. Intuía que iba a ver quienes se pretendían erigir como “hijas del 68” o, como designó Enrique Krauze a Ernesto Zedillo, “El verdadero hijo del ‘68”.

El ‘68 fue un movimiento libertario a nivel planetario, entonces debe ser contemplado como un movimiento pionero en la lucha contra esa ideología dominante de la Revolución Mexicana contra su estado, un sistema corporativo restaurado por la 4T. El ‘68 renacerá con los jóvenes defensores de la libertad y del planeta. Hoy se requiere la absoluta libertad política limitada por este sistema partidocrático que es el responsable de la decadencia del sistema político, pero también de un modelo económico, social y cultural que ha agravado de manera abismal la desigualdad en este país, y es el responsable de la violencia expandida por todas partes, que también ha invadido todo el tejido social con acciones criminales del Estado.

¿Para qué sirvió el 68? ¿Solamente se redujo a una matanza salvaje del Estado mexicano contra los estudiantes en la Plaza de Tlatelolco? ¿El 68 fue solo una algarada juvenil que no tuvo consecuencias? ¿El 68 fue una conjura castro-comunista, como dijo Echeverría?

Ningún movimiento social se puede “medir” por logros o cambios muy precisos. Solamente las revoluciones pueden establecer con claridad la ruptura o cambios que generan. Nunca se puede determinar con exactitud qué tanto se transformó o se cambió con un movimiento específico como fue el Movimiento del 68 mexicano o en Francia en el Mayo Francés, o ese mismo año los movimientos en casi sesenta y tantos países.

Es parcial la mirada que solo coloca al Movimiento Estudiantil Mexicano en los parámetros de la geografía nacional o incluso en los parámetros de una lucha estudiantil en las calles de la Ciudad de México.

Como parte de esa ola libertaria estudiantil del 68 y, más general, de la década de los 60. El Movimiento Estudiantil Mexicano era un movimiento que estaba respondiendo a una inercia libertaria, en contra tanto del Estado capitalista, como de la alienación producto de esa formación social en Francia, en Estados Unidos, en Italia, en Alemania; pero también era un movimiento en contra de la perversión que había sufrido el socialismo realmente existente en la Unión Soviética, en Polonia, en Checoslovaquia e incluso en Cuba.

Una de sus grandes aportaciones del Movimiento estudiantil en general y particularmente en México, fue ese rescate de la lucha contra el poder, contra el poder familiar, contra el poder escolar, contra el poder estatal, contra el poder militar, contra todos los poderes que estaban oprimiendo al conjunto de la sociedad.

Fue un movimiento que se propuso, sin hacerlo explícito, representar el conjunto del interés general contra ese Estado opresivo, alienante, explotador, que se percibía en el planeta de la década de los sesenta del Siglo XX.

Fue también un movimiento, en el caso de México, que encarnó las apetencias de lucha contra un estado autoritario, producto de la dominación de varias décadas del PRI y de su herramienta: la ideología de la Revolución Mexicana.

Para muchos jóvenes hoy, el 68 Mexicano fue incapaz de conmover las estructuras autoritarias del Estado mexicano y por eso cincuenta años después tenemos una realidad muy opresiva, con una desigualdad creciente, con una pobreza y miseria impresionantes, con una violencia que ha llegado a extremos impensables y que ha producido más de 200 mil muertos; desaparecidos más de los 100 mil y múltiples hechos de violencia cotidiana en todos los planos del país. Tenemos un Estado sometido al gran capital, a los militares, a los narcos y a los gringos. BIENVENIDO OTRO ‘68.

@joelortegajuar

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