En el corazón de la Cuarta Transformación late un compromiso inquebrantable con la justicia social, un faro que ilumina el camino para millones de mexicanos hartos de décadas de engaños y negligencia. Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el salario mínimo se duplicó a nivel nacional un 100% y se triplicó en la Zona Libre de la Frontera Norte un 200%. Este salto audaz no fue un capricho, sino una respuesta valiente a la desigualdad rampante que azotaba a nuestra nación. Hoy, en diciembre de 2025, con datos frescos del Banco Mundial y la CEPAL, celebramos que esa visión se ha consolidado: 13.4 millones de personas han salido de la pobreza entre 2018 y 2024, reduciendo la tasa del 42.9 % al histórico 29.6 %, el nivel más bajo en dos décadas. La pobreza extrema, ese abismo de 9 millones de almas en 2018, se ha contraído un 19 % menos.
¿Cómo se logró esto en tiempos de pandemia y turbulencias globales? No por alusiones mágicas, sino por políticas concretas: el aumento salarial, que explica el 70 % de la reducción de la pobreza según expertos de la CEPAL, y los programas sociales como la Pensión para Adultos Mayores y Sembrando Vida, que inyectaron ingresos directos a 25 millones de hogares. Estos no son subsidios clientelares, como gritaban los conservadores; son derechos restituidos, que elevaron el ingreso familiar y estabilizaron comunidades.
Estos son tiempos económicos que no veíamos desde hace más de 40 años. La inflación, ese fantasma invocado por los "expertos", se ha domado: en octubre de 2025, apenas 3.57 %, por debajo del 4 % proyectado para el año, y lejos de los picos del 7.9 % del pasado. El peso, empoderado, cotiza estable en 18.29 por dólar este diciembre, resistiendo vientos contrarios como la incertidumbre electoral en EU. No hubo espiral inflacionaria, como juraban los genios de Harvard y sus acólitos neoliberales, que por décadas contuvieron salarios en niveles criminales; de 88 pesos diarios en 2018 a 278.80 en 2025, un 135 % real.
¿Engaño o ineptitud? Fue ambas cosas. Aquella política criminal de contención salarial provocó estragos profundos en la sociedad mexicana: un número significativo de mexicanos incurrió en conductas antisociales porque se sentían traicionados por su gobierno o por hambre y decepción condenados a la pobreza o, en el mejor de los casos, a la precariedad económica. Significó un divorcio brutal del pueblo con su gobierno, pero curiosa o sospechosamente, esa misma política generó ganancias gigantescas, fuera de todo orden y promedio internacional, hacia un grupo selecto de empresarios oligarcas. Por eso la concentración de la riqueza se dio de manera exponencial: en 1994 el 10 % más rico captaba el 36 % del ingreso nacional; para 2018 llegaba al 42 %, y el 1 % acaparaba el 21 %. El índice de Gini escaló hasta 46 puntos, uno de los más altos de la OCDE. Hoy, bajo la 4T, el Gini se ha estabilizado. No es casualidad; es el fruto de romper cadenas: los programas sociales contribuyeron al 30 % de la baja en pobreza, elevando el consumo y la dignidad laboral.
Y aquí entra la presidenta Claudia Sheinbaum, heredera fiel y de la 4T, quien este tres de diciembre de 2025 anunció un nuevo incremento histórico para 2026: 13 % nacional (llegando a 315.04 pesos diarios) y 5 % en la frontera (440.87 pesos). Es el mayor aumento acumulado de la historia moderna (154 % desde 2018) y confirma que subir salarios con responsabilidad no genera inflación, como demostraron los últimos siete años. Sheinbaum avanza también hacia la jornada laboral de 40 horas para 2030, alineada con la OIT, y refuerza el pacto con empresarios y Banxico para mantener la inflación baja. “No tiene impacto inflacionario”, afirmó, respaldada por los hechos.
Este avance significativo apunta al objetivo supremo: erradicar la pobreza de una vez, derrotando sus flagelos (violencia, migración forzada, desaliento juvenil). México ya lidera América Latina en reducción de pobreza. Aún hay margen, dentro del capitalismo más vigoroso y humano, para que el salario siga creciendo sin traicionar al trabajador. Los que ayer mintieron, o fallaron por ineptos, hoy callan, avergonzados. Nosotros, los que creemos en el progreso compartido, aplaudimos. Porque en esta Cuarta Transformación, el pueblo no es súbdito: es protagonista. Con Claudia Sheinbaum al frente, el horizonte de equidad es real y hay justicia histórica. Este es un avance significativo hacia los objetivos y principios que debemos buscar los mexicanos que queremos el progreso y bienestar de nuestro país: no más corrupción y servir a pueblo sin enriquecerse a sus costillas.

