Tras la fiesta cívica del domingo, corresponde recapitular. El éxito de la concentración del 26 de febrero es indudable, excepto para quienes nunca lo entenderán. Esto motiva reflexiones en varios ámbitos.
Primero, reconocer a quienes hicieron posible el evento del domingo. El agradecimiento ciudadano debe hacerse explícito.
Segundo, crédito para quienes han venido impulsando un proyecto de integración ciudadana a partir de iniciativas como Sí por México y otras. Unid@s es una realidad que nació como utopía y que el domingo desembocó en un acto de civismo sin precedente en México. Quienes han encabezado los movimientos que convergieron el domingo deben sentirse muy satisfechos por lo que han logrado, y ahora prohijar nuevos liderazgos ciudadanos con entusiasmo y capacidad, que lleguen a refrescar la elección del 2024. No es tiempo de protagonismos.
Tercero, ¿qué puede esperarse de esa energía ciudadana que requiere encauzarse hacia 2024? Esa elección será más que un cambio en la Presidencia. También se renovarán 128 senadores y 500 diputados federales, 9 gubernaturas, 31 congresos locales, 1580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 juntas municipales. Ahí puede nacer un México distinto, con una democracia arraigada y segura. Se trata de que ciudadanos con y sin experiencia política hagan política hacia 2024. ¿Cuál será la estrategia para seleccionar candidatos al Congreso y las alcaldías, que permita combinar las necesidades de capacidad y legitimidad requeridos para ganar cientos de posiciones en el Congreso y en municipios?
Es indispensable superar la idea de que se busca un solo individuo, e iniciar un proceso que defina un conjunto de mexicanos capaces de conducir con éxito la próxima etapa del desarrollo de México. Una elección “por planilla” es un planteamiento más adecuado. Es deseable que quienes busquen participar en un gobierno distinto a Morena se identifiquen y lo expresen, para que el electorado los conozca ya y pueda ubicarlos en algún rol de gobierno. ¿Qué capacidades tiene cada uno? ¿Qué pueden aportar a la construcción de una nueva democracia social? Quienes se presentan como recurso humano para enfrentar los problemas políticos, financieros, ambientales, sociales, de seguridad, de educación y de salud, deben perfilarse desde ahora.
Cuarto, después de la concentración del domingo toca concretar la propuesta de proyecto alternativo. Ya es tiempo de poner sobre la mesa iniciativas que detonen una convergencia de visiones. El cambio en 2024 abarcará múltiples ámbitos de gobierno. Quienes compitan y ganen esas posiciones configurarán el nuevo México. Lamentablemente no se ve todavía un procedimiento satisfactorio para elegir a los hombres y mujeres más adecuados a fin de competir y ganar esas posiciones, para integrar un gobierno amplio de coalición. No se trata sólo de un mecanismo que acuerden ciudadanos y partidos para seleccionar candidatos a la Presidencia de la república. Quizá más importante sea identificar a esa planilla de candidatos potenciales para el Senado, la Cámara de Diputados y las alcaldías, además de las gubernaturas que estén en contienda.
Quinto, de manera simultánea habrá que definir la propuesta de programa que sea capaz de agrupar a esos candidatos ¿Cuál es el país que se quiere y por qué? Hasta ahora todos los esfuerzos no han pasado del arranque, y son conocidos sólo por una cúpula. Es el caso, incluso, del proyecto “Colectivo por México”, que tristemente ha quedado en la penumbra. Por su parte, la propuesta del Frente Cívico Nacional usa una tecnología tan moderna como inaccesible, lo que limita la consulta y la ha vuelto improductiva por inexistente. Otras propuestas yacen en cajones de escritorios o en la nube. Por eso la ciudadanía no cuenta con los elementos mínimos para adelantar las características del cambio democrático deseable. Esa es la tarea.
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