Recientes sucesos acontecidos al interior de Morena y de sus aliados (PT y PVEM) nos hacen visualizar el enorme riesgo que tiene este movimiento de implosionar en el mediano plazo.
Lo que hoy pasa en Morena y en la 4T no es nuevo; ha pasado en México, tanto en el PRI como en el PAN. La primera derrota del PRI en el año 2000 frente al PAN fue producto, entre muchos factores, de la falta de cohesión interna, de las divisiones entre el entonces presidente Ernesto Zedillo y el partido que lo llevó al gobierno. En el PAN ocurrió lo mismo, 12 años después: cuando el presidente Felipe Calderón no logró imponer a su candidato, Ernesto Cordero, iniciaron deserciones del PAN y una división interna que llevó a Josefina Vásquez Mota a un lejano tercer lugar en 2012. De estas mega implosiones, ninguno de los dos partidos se ha recuperado.
Hoy observamos una presidenta Claudia Sheinbaum, surgida de Morena, cuyo nivel de aceptación y aprobación ciudadana llega a 80%, incluso superior al de Andrés Manuel López Obrador al cuarto mes de iniciada su gestión. Es decir, el momento político de la 4T en popularidad y aprobación ciudadana es muy exitoso.
Pero, ¿qué es lo que hoy pone en riesgo mayor al proyecto de Morena y sus aliados? La famosa “unidad interna”. Hoy se observa cómo el movimiento se resquebraja pese a sus éxitos políticos y, sobre todo, electorales. Las fracturas inician con los dimes y diretes entre coordinadores parlamentarios del Senado y de los Diputados, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, señalándose de todo tipo de irregularidades legislativas y administrativas.
Pero también hay otros fuertes pleitos: el exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, mantiene una pugna abierta con su sucesora Marina del Pilar Ávila; el gobernador de Oaxaca está tratando (por celo) de desacreditar a su antecesor, el ahora senador Alejandro Murat y a su esposa. Desde el gobierno de Hidalgo que encabeza Julio Menchaca torpedean al senador Cuauhtémoc Ochoa, recién depuesto como presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, para poner en su lugar a Miguel Yunes Márquez, quien al mismo tiempo está siendo impugnado en su registro como morenista por la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, y otros gobernadores.
Incluso Tabasco, tierra de AMLO y bastión del morenismo, se encuentra en una grave crisis de seguridad e ingobernabilidad, donde continúan los señalamientos del actual gobernador, Javier May, contra sus antecesores Carlos Manuel Merino y, en particular, contra la gestión de Adán Augusto López como gobernador. No deja de impactar que siga siendo atacado, incluso sobre presuntos vínculos con el crimen organizado, a pesar de ser el líder de Morena en el Senado.
Además, el partido, vía su secretario de Organización, Andrés López Beltrán, trata de dar cobertura política y mediática a personajes que traen un amplio rechazo popular, como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha.
Sencillamente, Morena y sus aliados crecieron tan rápido que no han podido definir a dónde van y con qué línea ideológica. Morena, que se volvió una “casa” de perredistas, comunistas, priistas, panistas, emecistas, extremoderechistas, radicales, sindicalistas y hasta millonarios está ya negando sus propios orígenes con el único objetivo de detentar el poder político. Pero son ya tantos y con tantas diferencias que el partido está implosionando. Las restricciones que hoy habrá de aprobar el Senado para evitar la reelección y el nepotismo electoral serán presiones adicionales al movimiento y sus varias corrientes.
Los cimientos de la 4T se están desplazando. Las presiones internas que por todos lados está sufriendo Morena pueden ocasionar la muerte del movimiento como lo conocemos. Para los actuales dirigentes de Morena, que así lo dijeron en la Cámara de Diputados, lo importante es el legado que dejó López Obrador. Sheinbaum es una mera depositaria transicional de ese legado. Se equivocan si, la Presidenta, con toda la aprobación popular que tiene, rechaza seguir dando coba y juego político a tanto impresentable (incluso vinculados al crimen organizado); el movimiento podría tener serios problemas. Ella tendrá que definir si sigue tratando de mantener a todos en “casa”, con el costo que eso le puede conducir en lo exterior, o, por el contrario, define con quiénes y hacia dónde caminar, para establecer una ruta de viabilidad para Morena y los suyos en el mediano plazo.
X: @JTejado