No olvidamos los asesinatos de los padres Joaquín y Javier.

No olvidamos el asesinato del padre Marcelo.

No olvidamos a los integrantes de grupos juveniles parroquiales asesinados.

No olvidamos a los sacerdotes y religiosos que realizan su labor pastoral a pesar de amenazas y en condiciones de riesgo.

No olvidamos a todos los hermanos que han fallecido o desaparecido por la violencia.

No olvidamos a los familiares de las víctimas, a todos aquellos que hoy se sienten incompletos a causa de la inseguridad.

No olvidamos que hoy añadimos otro nombre que duele: el del padre Bertoldo Pantaleón Estrada, párroco de Mezcala, Guerrero.

No olvidamos que su asesinato ocurrió en un estado desgarrado por el crimen, en donde su obispo una y otra vez ha alzado la voz para exigir ayuda.

No olvidamos, quienes trabajamos en la Iglesia, que nuestro compromiso seguirá siendo el de acompañar, escuchar, consolar y exigir verdad y justicia.

No olvidamos que el asesinato del padre Bertoldo no es un hecho aislado, y que se suma a los 24,000 mexicanos que han muerto por la violencia el último año.

No olvidamos que la historia del sacerdote Bertoldo es una que se repite en distintos rincones de México: religiosos amenazados, templos profanados, familias atemorizadas y comunidades enteras sometidas por el crimen.

No olvidamos que México se desangra porque ha perdido la capacidad de valorar la vida, y nos hemos habituado a la violencia al grado de justificarla, minimizarla o volverla estadística.

No olvidamos que detrás de cada número hay una historia y una familia.

No olvidamos que el obispo de Chilpancingo-Chilapa, Monseñor José de Jesús González Hernández, a pesar de denunciar una y otra vez la violencia que acecha la región, tras la muerte del padre Bertoldo ofreció perdón a sus asesinos.

No olvidamos las palabras de San Juan Pablo II, quien nos dijo que: “No hay paz sin justicia”, y “no hay justicia sin perdón”.

No olvidamos que la paz exige instituciones que funcionen, esclarecimiento de los crímenes, reparación a las víctimas, oportunidades reales para los jóvenes, y comunidades que tejan vínculos más fuertes que el miedo.

Y como no olvidamos, la Iglesia en México trabaja con fuerza, impulsando en los 32 estados del país la iniciativa Diálogo Nacional por la Paz, que ha reunido a víctimas, académicos, creyentes y no creyentes, para proponer políticas públicas con un enfoque de reconciliación.

Nuestro compromiso es con Dios por luchar para que la sangre derramada en estos tiempos de violencia e inseguridad sea fermento de paz.

Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México.

Contacto: @jlabastida

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