La conmoción del hallazgo del rancho de Teuchitlán, Jalisco, en el que las mismas autoridades confirmaron que se encuentran restos humanos, alcanzó trascendencia mundial. Ante la exigencia de justicia y transparencia, los diferentes niveles del gobierno prometieron esclarecer los hechos. Pero la respuesta ha dejado insatisfechos a los familiares de desaparecidos. El pasado 20 de marzo, el gobierno de Jalisco extendió una invitación abierta a periodistas y colectivos al terreno en lo que, según dijeron, se trataba de un acto de transparencia. Sin embargo, familiares de desaparecidos denunciaron que, al llegar, toda la evidencia había sido borrada. En redes sociales, se criticó el motivo de la visita, que parecía enfocado a la creación de contenido y no a la búsqueda de respuesta para las víctimas.
Lo que parecía una buena intención terminó en la revictimización de los más afectados por tragedia. Los colectivos de buscadoras lloraban y sufrían en el escenario de una tragedia, en desesperación al ver que sus exigencias no han sido escuchadas.Este tipo de comunicación fallida lastima el corazón de quienes llevan años buscando a sus seres queridos. La transparencia no puede reducirse a un acto mediático.La apertura superficial que vimos en Teuchitlán solo profundizó el dolor de las familias. La transparencia auténtica no es solo exhibir: requiere sensibilidad hacia las víctimas, escucha continua y acciones concretas que conduzcan a la verdad y a la justicia.En su mensaje a propósito de las Comunicaciones Sociales en 2023, el Papa Francisco nos decía:“Para poder comunicar «en la verdad y en el amor» es necesario purificar el corazón. Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad”.Exponer un sitio donde se cometieron crímenes atroces sin garantizar que la evidencia haya sido preservada, sin resultados claros en las investigaciones y sin un acompañamiento digno para los familiares, solo incrementa la desconfianza. La transparencia debe ir acompañada de compromiso y empatía, de lo contrario, se convierte en una puesta en escena que banaliza el sufrimiento humano.
Las lágrimas de las buscadoras en Teuchitlán son un recordatorio de que la verdadera transparencia se demuestra con acciones firmes, investigaciones rigurosas y, sobre todo, con un profundo respeto hacia quienes claman por justicia.
Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
Contacto: @jlabastida