Tuve la oportunidad de conocer al Papa Francisco en 2019. En ese breve, pero significativo encuentro, le pregunté qué consejo le daría a los comunicadores del mundo, y particularmente al comunicador católico, a lo que me respondió: "Acérquense a la gente, ábranse al diálogo. Algunos medios católicos tienen miedo, son muy cerrados, hay que ayudarlos a abrirse para evangelizar, porque si no evangelizan, asustan a la gente.”
Fueron unos segundos, con palabras sencillas, pero cargadas de profundidad, que además resumen con claridad su visión pastoral sobre la comunicación.
El Papa comprendía bien el poder que tienen los medios de comunicación, tanto para construir puentes como para levantar muros, por ello, desde el inicio de su pontificado, abordó con insistencia la necesidad de una comunicación que no fuera solo informativa, sino profundamente transformadora.
A través de sus mensajes anuales para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales —una tradición que inició San Pablo VI en 1967— dejó un magisterio fecundo y valioso para todos aquellos que trabajamos en medios, y especialmente en medios católicos.
Uno de los ejes más recurrentes en sus mensajes era el de la escucha. En su texto para la Jornada de 2022, Francisco escribió: “Escuchar es el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación. No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar.”
¿Cuántas veces los comunicadores, incluso en ambientes eclesiales, hablamos mucho y escuchamos poco? La lógica de la comunicación no debería ser la de la imposición, sino la del encuentro. Escuchar es una forma concreta de amar.
En un mundo donde hay medios de comunicación cada vez más orientados a la velocidad y al sensacionalismo, el Papa nos invitaba en otro de sus mensajes para las comunicaciones (2021) a ir más allá de los algoritmos y las burbujas digitales: “Si no nos abrimos al encuentro, permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas”.
Esta es una clave pastoral y misionera. La Iglesia no puede conformarse con hablar desde sus propias plataformas o a su propio público cautivo. Tiene que salir, ir a las periferias también comunicacionales.
En 2023, el Papa abordó la importancia de hablar con el corazón. En un mundo saturado de gritos, ironías y desprecios, comunicarse con misericordia se vuelve un acto profético. No se trata de ser ingenuos, sino de comprender que la verdad no se impone a gritos, sino que se propone desde la coherencia y el testimonio.
Todo este magisterio se resume, quizás, en una idea clave: comunicar desde la cercanía. Para Francisco, no hay comunicación sin empatía, sin un deseo genuino de comprender al otro, de tender puentes, de buscar puntos de encuentro. En ese sentido, su crítica a ciertos medios “cerrados” no es una descalificación, sino un llamado urgente a la conversión, a estar “al servicio de la verdad y el bien común”.
Director de Comunicación de la Arquidiócesis de México.
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