El 24 de mayo de 2015, el Papa Francisco lanzó una de las llamadas más potentes de nuestro tiempo con su encíclica Laudato Si’, “sobre el cuidado de la casa común”, y a diez años de su publicación, su mensaje resuena con mayor urgencia.No se trató de un documento reservado a los fieles católicos, sino de un grito global para despertar conciencias ante el colapso ambiental que se avecina si no cambiamos radicalmente nuestro modo de vida.La encíclica comienza con un gesto simbólico y poderoso: una cita del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, en la que se refiere a la Tierra como “nuestra hermana” y “madre bella”.

Esta perspectiva espiritual desmonta la visión utilitarista que ha predominado en la modernidad, en la que el medio ambiente es visto como mero recurso.A lo largo de sus seis capítulos, el Papa traza un diagnóstico integral de la crisis ecológica: cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación, escasez de agua, degradación de la calidad de vida humana y ruptura de los vínculos sociales. No se queda en lo superficial, sino que vincula la crisis ambiental con una profunda crisis ética, económica y cultural. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social –sostiene–, sino una sola y compleja crisis socioambiental” (Laudato Si’, 139).Quizá el aspecto más transformador de Laudato Si’ es su denuncia del modelo económico dominante, que califica como “una lógica del descarte”.

Francisco acusa con valentía a los poderes financieros y políticos que anteponen la ganancia inmediata al bienestar de las personas y del planeta. Es un texto que incomoda, que no busca agradar a los poderosos, sino mover a la conversión ecológica y social.Una década después, los datos científicos no solo confirman las advertencias del Papa, sino que las superan en gravedad. El calentamiento global sigue acelerándose, y las metas del Acuerdo de París parecen inalcanzables si no hay un cambio estructural urgente. El informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de 2023 advirtió que estamos camino a un aumento de más de 2.5 °C este siglo, lo que implicaría consecuencias catastróficas.Frente a ello, el llamado del Papa no es solo ecológico, sino profundamente moral: “el clima es un bien común, de todos y para todos” (Laudato Si’, 23).Francisco también habla de “una ecología integral”, que implica repensar nuestros estilos de vida, nuestros hábitos de consumo y nuestra relación con los más pobres.

No se trata de plantar árboles como símbolo, sino de transformar la raíz del problema: la idolatría del dinero, el individualismo y la indiferencia. La ecología integral es un llamado a vivir con sencillez, justicia y compasión.En este décimo aniversario, Laudato Si’ debería ser lectura obligada no solo en parroquias, sino en escuelas, parlamentos, empresas y hogares. Es un texto profético que no pierde vigencia porque habla desde una verdad profunda: la Tierra está clamando, y nosotros seguimos sordos. El Papa nos advirtió que “el ritmo de consumo, desperdicio y alteración del ambiente ha superado las posibilidades del planeta” (Laudato Si’, 161). Aún estamos a tiempo, pero no por mucho.La gran advertencia de Francisco no es solo un diagnóstico: es una invitación a cambiar antes de que sea demasiado tarde. Es un llamado de vida o muerte. ¿Estaremos dispuestos a escucharlo?Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de MéxicoContacto: @jlabastida

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