Alan Greenspan, el legendario ex presidente de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), hizo famoso el concepto de “exuberancia irracional” en 1996, al subrayar la posibilidad de que los mercados accionarios de su país estuvieran sobrevalorados debido a un optimismo excesivo. Este es indudablemente un momento oportuno para hacerse la misma pregunta.
Desde hace tiempo viene manifestándose inquietud por la posibilidad de una burbuja especulativa en el mercado financiero estadounidense, derivada de la elevada valuación de los precios de las acciones de las principales empresas involucradas en el desarrollo de la inteligencia artificial. La euforia por esta tecnología ha despertado un enorme interés por invertir en estas empresas, y especialmente en las llamadas “Siete Magníficas” (Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla), elevando considerablemente el valor de sus acciones y su peso en el mercado de valores.
Además, para responder a las necesidades de la inteligencia artificial, han realizado inversiones cuantiosas en la infraestructura y el capital humano indispensable para su operación. En un principio, el financiamiento requerido para estas inversiones provino principalmente de recursos propios. Sin embargo, ante las necesidades masivas de inversión, estas empresas se están viendo obligadas a acudir a los mercados, tendencia que se anticipa se acentuará en el futuro.
Esta situación ha generado todo tipo de interrogantes: ¿es razonable esperar que las inversiones realizadas den lugar a márgenes de rentabilidad adecuados que las justifiquen? ¿permitirán incrementar la productividad y por tanto el crecimiento de la economía para generar un círculo virtuoso? ¿o darán lugar a un endeudamiento excesivo y al surgimiento de mecanismos peligrosos de financiamiento como ha sucedido en periodos anteriores? ¿en qué medida representarán un riesgo por sus vínculos con los mercados financieros y con la economía real?
Desafortunadamente, estas son preguntas para las que no existe en este momento una respuesta. Como veremos enseguida, lo que sí resulta evidente es que el nivel de preocupación por la posibilidad de una burbuja es cada vez mayor:
-La semana pasada el mercado esperaba con ansia el reporte trimestral de Nvidia, que con una capitalización cercana a los 5 billones de dólares, no es solamente la principal empresa de inteligencia artificial, sino la más grande del mundo. Pues bien, tanto las utilidades como el panorama para las ventas fueron mejores de lo esperado. De poco sirvió. A un repunte de los precios de las acciones de las empresas de alta tecnología que atenuó los temores de una burbuja financiera, le siguió pocas horas después una etapa de altibajos determinada fundamentalmente por expectativas cambiantes sobre el rumbo de la política monetaria estadounidense. Esto pone de manifiesto la preocupación de los inversionistas por el comportamiento del mercado accionario en ausencia de nuevas reducciones de la tasa de interés de la FED.
-El 18 de noviembre Bank of America publicó los resultados de su encuesta mensual entre inversionistas que en conjunto administran activos por más de 500 mil millones de dólares. La encuesta muestra que en la actualidad la mayoría de ellos considera que las inversiones de las compañías de inteligencia artificial han sido excesivas, y el 45% identifica a la posibilidad del estallido de una burbuja en los precios de las acciones de estas empresas como el mayor riesgo en los mercados financieros. De hecho, más de 50% estima que los precios de las referidas acciones ya pueden catalogarse como una burbuja.
-La FED publicó a principios de noviembre su Reporte de Estabilidad Financiera. En este documento, se informa que, en una encuesta de rutina realizada entre participantes del mercado, estos incluyeron a la posibilidad de un colapso de los precios de las acciones de las empresas de inteligencia artificial, entre los principales riesgos para la estabilidad financiera en Estados Unidos y a nivel global. Asimismo, opinaron que esto puede dar lugar a fuertes pérdidas en los mercados, a un deterioro del mercado laboral y a un apretamiento de las condiciones financieras.
-La preocupación por el riesgo de una burbuja se ha manifestado también en las discusiones de política monetaria de la FED. Durante su más reciente decisión, algunos participantes subrayaron el riesgo de una caída desordenada de los precios de las acciones, especialmente en caso de un cambio repentino de sentimiento respecto de las perspectivas de la inteligencia artificial.
La gobernadora Lisa Cook, que en su papel de presidente del Comité de Estabilidad Financiera de la FED tiene un conocimiento profundo de estos temas, manifestó sin ambigüedades la semana pasada que ha aumentado la probabilidad de caídas abruptas de los precios de los activos, incluyendo por supuesto los vinculados con la inteligencia artificial. Sin embargo, en su opinión el sistema financiero estadounidense no enfrenta las debilidades que lo aquejaron durante la crisis de 2007-2008, por lo que no considera que el estallido de una burbuja representaría un riesgo para el sistema en su conjunto.
Ojalá que tenga razón la Sra. Cook y que su valoración no constituya un indicador de complacencia. Yo solamente recordaría que en 2007 se llegaba a conclusiones similares. Si bien es indispensable asegurar que los riesgos que se enfrentaron en ese entonces estén bien cubiertos, también es necesario tomar en cuenta la rápida transformación que puede registrar cualquier sistema financiero, y especialmente uno tan complejo como el estadounidense, en relativamente poco tiempo. En un entorno como este, es altamente riesgoso pensar que los problemas del futuro pueden solucionarse con los diagnósticos del pasado.

