El pasado 9 de febrero la presidenta Claudia Sheinbaum encabezó el 112 aniversario de la Marcha de la Lealtad, sea pretexto el nombre del evento para enunciar algunas condiciones políticas que podemos acomodar como lealtades ejercidas por Claudia Sheinbaum.
A AMLO. Dicha lealtad está encuadrada en el terreno de lo normal, del quehacer político, de la gratitud. Normal porque si la inercia favorece no existe una sola razón para intentar revertirla. Políticamente redituable porque Morena encuentra en el tabasqueño un hilo de civilidad entre quienes llegaron para paladear las mieles de la victoria y quienes chapearon el monte desde el día uno. Gratitud a quien la invitó como secretaria, la tuteló como política y la proyectó a la historia.
Al Ejército. ¿Cómo salir de una caja china estimulante a contrario sensu? Las Fuerzas Armadas son hasta el momento el cúmulo de instancias más beneficiadas en el rediseño de las instituciones del Estado.
A escribir la propia historia. Esa que observa en retrospectiva y se perfila para conquistarlo todo. Mujer, sí, hazaña colectiva. Pero emanada de un entorno ilustrado sin las atrofias de la burguesía. Mujer sí, apoteosis del derecho a elegir. Pero científica y confeccionada por el nosotros de la ciudad más importante de América Latina. Mujer, sí, que puede conquistar el imaginario colectivo del continente cuando la circunstancia nos obligue a corroborar que la eficiencia y la sensibilidad pueden gobernar.
A transitar los años duros. Esos que impone el narcotráfico que infiltra comunidades y las regurgita con formas de guerra civil. Los que impone el ajuste de capitales en forma de Donald Trump para acumular al infinito. Los que marcan pisadas anónimas esparcidas por el territorio nacional, que migran errantes y con la áspera mochila de la persistencia por el futuro. Años duros que como cabeza de un movimiento de transformación, escrito siempre en vías de, podría codificar para mantener la expectativa popular por mantener la vida y ejercer la libertad.
A cambiar la manera de pensar de millones de niñas y adolescentes. Generaciones cuya imaginación crecerá en tanto pueden sumar una aspiración de vida con nombre y apellido: presidenta de México. Mexicanas podrán aprender mediante la pluma y el ejemplo que ahora son, existen en la Constitución y que el humanismo sirve para algo.
Lealtad como palabra para alimentar la esperanza de contar con un país diferente, uno cuya presidenta convierta las demandas populares en causas nacionales.
Consultor en El Instituto