Citlali Ayala Martínez
En el Informe sobre Desarrollo Humano 2025 del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), A matter of choice People and possibilities in the age of AI, se presenta el actual escenario en el que la Inteligencia Artificial (IA) parece tener la capacidad de definir el devenir de la humanidad. Si bien las posibilidades de ampliar la innovación y la tecnología en pro de la sociedad son amplias, también se encuentra latente el riesgo de incrementar las divisiones y desigualdades en el mundo.
Frente a ello, cabe preguntarse si nos encontramos ante una especie de “renacimiento” propiciado por el avance de la IA o, en cambio, estamos acercándonos —a ciegas— a un tiempo donde la desigualdad impera. Por otro lado, una de las principales preocupaciones de la población versa en si la IA terminará por automatizar cada tarea del ser humano, desplazándole de diferentes áreas. Sin embargo, el Informe sugiere que, en lugar de centrarnos en el nivel de reemplazo que puede tener la IA sobre la humanidad, busquemos potencializar la complementariedad que puede existir entre humanos y tecnologías a fin de mejorar la calidad de vida de la sociedad.
La perspectiva centrada en las personas y no exclusivamente en las tareas desempeñadas por los distintos tipos de inteligencias artificiales, a su vez, invita a la crítica, la responsabilidad y la reflexión. Dar prioridad a las personas como agente al mando de estas herramientas de tecnología también permite cuestionar e identificar el papel de otros actores como los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil en el desarrollo de la IA y su incorporación a las tareas diarias —desde el espacio doméstico hasta el empresarial, de salud, etc.—.
El peligro de concebir a la IA como un actor —casi antropomórfico— y no como herramienta yace en la negación al hecho de que ésta es un reflejo de los valores y las realidades inequitativas vigentes. En este sentido, la IA evoluciona a través de las decisiones de los usuarios. Por ello, ante el retroceso en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) durante el período de 2021-2023 y la colateral automatización de labores técnicas —así como el incremento de material creado por IA generativa—, es fundamental reconocer la responsabilidad de las políticas públicas y la gestión de las instituciones en los procesos de transformación digital; es decir, en las acciones que redefinieron las condiciones actuales en materia de salud, comercio, trabajo y medio ambiente. De igual forma, resulta relevante averiguar los intereses que sustentan el desarrollo de la IA y las iniciativas —o las omisiones— respecto a ella.
Asimismo, la creciente desigualdad entre países de altos ingresos y aquellos en desarrollo es contrastada con la celebración del aumento de los avances tecnológicos y la inaccesibilidad de diferentes poblaciones a tales innovaciones. Por otra parte, aunque el Informe convoca a los actores del escenario internacional a tomar responsabilidad en el tema, no es posible identificar las áreas o el grado de agencia al cual deben atender. Esta neutralidad —más que objetividad— se disuelve alarmante cuando se tiene en consideración que los sistemas de entrenamiento y los patrones —inclusive valores— están moldeados por datos y discursos de desigualdad, sesgos coloniales y estructuras de poder sistémicas.
Finalmente, el Informe de Desarrollo Humano 2025 del PNUD coloca y describe el vínculo entre la IA y el desarrollo humano con un enfoque en los seres humanos. Sin embargo, también se requieren análisis, investigaciones y discusiones que integren a la gobernanza, la justicia social y la ética en la materia.
Adicionalmente, es evidente que la IA no es un agente autónomo, sino una herramienta que amplifica las decisiones del ser humano. Por ello, además de ahondar en su potencial innovador, es imprescindible politizar su desarrollo, democratizar su acceso y exigir mecanismos de rendición de cuentas que aseguren que esta tecnología se alinee con los principios del desarrollo humano sustentable.
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Citlali Ayala Martínez
Profesora-investigadora del Instituto Mora desde 2002. Es internacionalista por la UNAM y maestra en Cooperación Internacional Unión Europea-América Latina por el Instituto Mora. Es candidata a doctora en Ciencia Política por la Universidad Técnica de Darmstadt, Alemania, y egresada del programa Managing Global Governance, del Instituto Alemán de Desarrollo (German Development Institute) en Bonn. Sus áreas de investigación son la cooperación Sur-Sur y triangular, cooperación en educación superior, Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y digitalización vinculada a desarrollo. Es coordinadora del diplomado en Cooperación Internacional para el Desarrollo y sus Instrumentos de Gestión, impartido en el Instituto Mora desde 2010, así como de la colección editorial Cuadernos de Cooperación Internacional y Desarrollo. Ha realizado consultoría para organizaciones como GIZ, AMEXCID y Oxfam, entre otros.
X: @citlaliayala