Anthony Kennedy fue uno de los ministros más destacados de la Corte Suprema de Estados Unidos en las últimas décadas. Aunque fue nominado por un presidente republicano, en numerosas ocasiones se unió a sus colegas liberales para decidir casos de gran relevancia. Con el tiempo, Kennedy se volvió famoso porque sus votos eran impredecibles: los medios de comunicación y los analistas políticos nunca podían anticipar con certeza hacia dónde se inclinaría en un caso u otro. Lo único seguro era su compromiso con la libertad.

Al votar a favor de mantener el precedente de Roe v. Wade —que garantizaba a las mujeres de todo Estados Unidos el derecho a interrumpir el embarazo—, Kennedy escribió: “En el corazón de la libertad está el derecho a definir el propio concepto de la existencia, del sentido, del universo y del misterio de la vida humana.” Kennedy podía votar con los liberales o con los conservadores, pero siempre mantenía su convicción de proteger la libertad de las personas. No es casualidad que él fuera el autor de la histórica sentencia Obergefell v. Hodges, que en 2015 reconoció el matrimonio igualitario en todo el país.

Hoy, Justice Kennedy ya no forma parte del tribunal y esa libertad se encuentra en riesgo. La semana pasada, la Corte Suprema recibió una petición para resolver un caso que podría poner fin al precedente de Obergefell y, con ello, al matrimonio igualitario.

Se trata del caso de una funcionaria pública en Kentucky que, en 2015, se negó a otorgar una licencia de matrimonio a una pareja del mismo sexo por razones religiosas. Fue detenida y encarcelada por unos días. Ahora no solo pide una indemnización por daños emocionales, sino que solicita expresamente a la Corte Suprema que anule el precedente que reconoce el derecho al matrimonio igualitario. Su argumento es que este derecho vulnera la libertad religiosa protegida por la Primera Enmienda de la Constitución.

Un fallo de este tipo tendría consecuencias graves. No obstante, conviene recordar que la Corte Suprema recibe entre 7,000 y 8,000 solicitudes cada año, de las cuales solo acepta alrededor de 70. A finales de septiembre, las y los ministros se reunirán a puerta cerrada para decidir qué casos revisarán. Para que un asunto sea aceptado, se requieren al menos cuatro votos.

Si bien diversos analistas han señalado que es improbable que la Corte tome este caso —por la falta de argumentos sólidos y porque existe una ley federal que obliga a los estados a reconocer el matrimonio igualitario—, no podemos perder de vista que esta Corte ha transformado de manera radical el derecho estadounidense en los últimos años. Con una mayoría sólida de seis ministros conservadores, no sería imposible que se derogara un precedente tan importante. De hecho, el propio ministro Clarence Thomas sostuvo en su voto concurrente en el caso que anuló Roe v. Wade que Obergefell fue un error que debía revertirse.

Las probabilidades son bajas, pero no inexistentes. La Corte Suprema ha demostrado que puede poner fin a precedentes históricos y transformar áreas enteras del derecho estadounidense: desde el aborto hasta el derecho administrativo y la forma en que opera el Estado. Habrá que esperar y mantenernos atentos a lo que ocurra este año en el máximo tribunal.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS