El aislamiento de México del mundo terminó de manera involuntaria. El presidente Trump destapó los problemas de inseguridad, cárteles de la droga, migración y comercio internacional. Las remesas, los empleos y el turismo están en juego. Desde Davos, Ursula von der Leyen le tiró una indirecta a los mexicanos, volteen a Europa, porque nosotros sí “jugamos con las reglas”.

En el Capitolio están convencidos que en el territorio mexicano hay anarquía y violencia. Se discute abiertamente intervenir al vecino del sur. Es un asunto de seguridad nacional: terrorismo y tráfico masivo de fentanilo. Las políticas del mandatario de EU implican el uso o amenaza del uso de la fuerza.

Se ha construido la idea de que los indocumentados son un riesgo para la economía y la paz de los estadounidenses. No hay pruebas, ni indicadores, basta con un discurso aceptado en la opinión pública. No se ha documentado que la mayoría de los paisanos sean delincuentes o comentan actos criminales. Hay por lo menos cuatro millones de indocumentados mexicanos que viven esas acusaciones y la zozobra de ser deportados.

El tema comercial es el más notorio en los empresarios y el gobierno mexicano. Ha movilizado a las grandes empresas y los negocios fronterizos. Después de un clima centrado en la vida local del país, muchos mexicanos están reconociendo que el pan que se llevan a la boca tiene que ver con la actividad internacional. También hay conciencia que si se deporta a los indocumentados con eso se acaban las remesas familiares. La imposición de aranceles ha sacado a México de su aislamiento.

Reviven delegaciones mexicanas en Washington, Nueva York y Texas, para buscar, encontrar o rencontrar aliados comerciales. Aunque esto no basta para cambiar las percepciones negativas a lo largo y ancho de EU. Pensemos en las más de 5,000 noticias diarias de EU que pueden mencionar a México, mientras que más del 95% de mexicanos no las nota por el simple hecho de no hablar inglés. (Fuente: Academia de Humanidades y Ciencias de Heidelberg).

Todavía no se dimensiona como esta “satanización de México” afectará el turismo, la inversión extranjera directa y los negocios. Lo que ya ha disminuido es el poder de atracción “soft power” con las comunidades blanca anglosajona y latina. A la afroamericana nunca hemos llegado, ni en la política de Washington, ni en las playas de Cancún, tampoco a los nuevos líderes como la comunidad india.

La Presidenta de la Comisión Europea llamó al estado de derecho y al rescate de las instituciones, explicó el interés de colaborar con Europa, en el Foro Económico Mundial, hace unos días. Para pesar mexicano, el derecho internacional no es la narrativa reinante en este momento en el grueso de Estados Unidos, su principal socio. Quizá debamos comenzar por discutir conceptos como el de “interés mutuo”.

Lo que ya es un hecho es que México despertó de su letargo internacional y que tendrá que hacer lo propio para defender su economía, ingresos del gobierno, pero sobre todo a los migrantes mexicanos. La política social mexicana y el combate a la pobreza dependen de las relaciones internacionales, los principales ingresos vienen del extranjero.

Especialista en geopolítica y miembro de Comexi

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