Donald Trump invocó que Rusia derrotó a Hitler y Napoleón, reconocimiento poco común entre los presidentes de Estados Unidos y llamativo en la actual lucha con Ucrania. Para conseguir orden después de Bonaparte y la segunda Guerra Mundial, los europeos necesitaron de potencias externas. Hoy los estadounidenses y los exsoviéticos vuelven a la escena.
¿Realmente Rusia es tan poderosa? Su población no es de las más grandes y su economía sólo representa cerca del 2% del PIB mundial. No es el país más sofisticado en alta tecnología, ni tiene industrias de semiconductores o inteligencia artificial que sean críticas para los países más innovadores. No obstante, posee el territorio más extenso del planeta, es fuente estratégica de recursos energéticos y minerales y sin olvidarlo, es dueña de armas nucleares.
El valor que Estados Unidos da a los rusos está basado en intereses —de nuevo— y no en ideología. En la Segunda Guerra Mundial, cuando la URSS se volvió aliada de la Unión Americana, ahí sí había grandes distancias dogmáticas. Era un aliado capitalista y otro socialista. La Rusia de hoy está inmersa en el capitalismo, se muestra europea en las artes y los deportes, ha retomado la vocación cristiana ortodoxa y se considera a sí misma una continuación cultural de Grecia.
La Unión Europea y en menor medida, Gran Bretaña, han quedado huérfanos en la defensa de la democracia de Occidente, un paradigma que para muchos ya tiene caducidad. Para Europa el conflicto es “existencial”, dice el profesor chino Zhao Yongsheng. Para el gobierno estadounidense la democratización no es prioridad. Si se toca el tema es para preguntar por qué el presidente ucraniano sigue en el poder y no ha llamado a elecciones.
La UE se favorece con la energía y el comercio de Ucrania y de Rusia, en eso sus miembros están de acuerdo. En donde hay una gran confusión es en la defensa de la democracia y el futuro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), porque los “americanos” han marcado a estos dos proyectos como obstáculos para conseguir la paz. Sumado a ello, la UE ha sido excluida de las negociaciones sobre Ucrania entre EU y Rusia, llevadas a cabo en Arabia Saudita (18 de febrero).
Después de Napoleón, en el Congreso de Viena, los poderes europeos fueron los que dibujaron el mundo que conocemos, ahora no se les toma en cuenta. Entonces centellaban Metternich y Talleyrand, hoy fulguran Rubio y Lavrov. Los sauditas se llevan la medalla diplomática y los latinoamericanos brillan por su ausencia.
¿Y dónde está China en la pacificación de Ucrania? Esa es la gran incógnita. La segunda potencia mundial puede reservarse dada su tradición diplomática de bajo perfil en eventos lejos de su espacio vital. Otra explicación es que no necesita mediar entre EU y Rusia. La pregunta es si el gobierno estadounidense está fortaleciendo a una posición rusa, para equilibrar una supuesta amenaza china.
En una dinámica de poder, los ucranianos tienen como única arma al derecho internacional, que en este momento no goza de su mejor salud. Mas aún, la prioridad es proteger los derechos humanos y la reconstrucción económica del país, una vez consumada la paz.
Especialista en geopolítica y miembro de Comexi