El mundo y México mismo se concentraron en temas internos los últimos 5 años, lo que marginó la agenda internacional. Uno de los sobrevivientes de ese tsunami localista es el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, que pudo mantenerse activo mientras reinó este oscurantismo.

El invierno llegó y no sólo congeló la globalización, sino la cooperación internacional de muchas latitudes. Los conflictos aumentaron en zonas como Gaza, la frontera entre Rusia y Ucrania y con fenómenos como la migración, el cambio climático y la pandemia del Covid-19. En todas estas realidades, los especialistas del Consejo acercaron un análisis informado y datos valiosos a audiencias de América del Norte y América Latina, asimismo en foros alrededor del orbe.

El rechazo a la importancia de los asuntos internacionales oscureció también una tendencia de interacción entre los países del continente americano. México ratificó en 2019 el T-MEC, un tratado que dejaba su espíritu norteamericano para ser tripartita. Se leyó USMCA en inglés, empezando con un gran “US”, de Estados Unidos y “America First”. CUSMA fue la individualidad del inglés canadiense. En 2021 se añoró que el presidente Joe Biden volviera a una filosofía más multilateral.

América Latina tampoco fue ejemplo de hermandad. Acuerdos como la Alianza del Pacífico se adelgazaron y el localismo reinó en la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. El presidente Jair Bolsonaro declaró “la democracia está muriendo en Brasil”. Con una reducción histórica en su presupuesto y activismo internacional, México tomó una larga vacación. En ese contexto, el equipo de Comexi fue de los pocos actores que permitieron mantener al país en el debate mundial.

Pese al avance de las tecnologías y las redes sociales, el planeta se desconectó de la solidaridad internacional y de la verificación de información y datos. Los microchips (semiconductores) y las vacunas médicas tuvieron dos cosas en común, se volvieron más valiosos y nadie quería compartirlos. El éxodo migratorio venezolano y centroamericano sufrieron fronteras y una crisis humanitaria. El Secretario General de la ONU declaró el fracaso de atender el cambio climático. La agenda 2030 perdió fuerza y apoyos de los gobiernos nacionales. No obstante, diplomáticos, comunicadores y think tanks como Comexi recordaron su relevancia.

China y el grupo de los BRICS aumentaron su preponderancia en este periodo. No sólo los rusos y los chinos, sino los indios, brasileños y sudafricanos mostraron sus aspiraciones como potencias mundiales. Los asociados del Consejo penetraron estos replanteamientos geopolíticos, de Angola a Finlandia. Se discutió en medios tradicionales y redes sociales el futuro de Ucrania, Taiwan, APEC, la reconfiguración de la ONU y conceptos como el “sur global”. Se compartieron experiencias y mesas de discusión de Brasilia a Odessa.

Pese a la distancia geográfica, los internacionalistas del Consejo profundizaron temas de Medio Oriente con gobiernos, universidades, empresarios y audiencias amplias. Fuera un embajador con experiencia en Egipto o Líbano, un académico en Israel o Turquía o una periodista en Siria o Jordania, se generaron razonamientos atractivos y verificables. En un escenario de orfandad del Estado de Derecho mundial, permaneció el trato del derecho internacional, humanitario y la protección migratoria.

Las elecciones de 2024 fueron descomunales y eso permitió atestiguar cambios en las democracias de EU y Europa. Empresarios de la tecnología, grandes corporaciones y grupos anti-migrantes, parecieron rebasar a los partidos políticos tradicionales. El valor de Comexi en estos y en múltiples sucesos internacionales, es discutir y difundir contenido de utilidad universal, reflexivo, interesante, dentro y fuera de México, pese a las épocas de sordera.

Especialista en geopolítica y miembro de Comexi

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