La colisión del buque escuela Cuauhtémoc en Nueva York llamó a pensar en los distintos choques de México en Estados Unidos. Incluso, hubo quienes la compararon con el naufragio del Titanic y el iceberg, guardando sus respectivas proporciones.

Hay contraste, el Titanic era una quimera de fuerza y el Cuauhtémoc II busca un mensaje de empatía. Mientras el trasatlántico evocaba superioridad e innovación tecnológica, el velero transmite nostalgia y simpatía. Otra desproporción es que la nave “insumergible” se hundió en medio del Océano Atlántico. El navío escuela se estrelló de reversa con el puente de Brooklyn, con daños ponderados en los mástiles, aunque sí con dos lamentables pérdidas humanas.

El suceso del Cuauhtémoc revaloró su función, la imagen de los mexicanos en el mundo y en un nuevo Estados Unidos que no nos comprende. Pocos recordaban que fue construido en España, con tres buques gemelos, para Ecuador, Colombia y Venezuela y que fue abanderado por el presidente López Portillo.

Esta embarcación no es el granelero jamás construido, ni tampoco un portaviones. Hay que entender su objetivo en los 80, además de pedagógico, era aumentar el poder de atracción de México (soft-power), una diplomacia suave. Sigue vigente, en especial con la comunidad mexicana en el exterior. Entusiasmó en Nueva York a los trabadores poblanos, a los mexicanos financieros y a las mexicanas que transmiten nuestras tradiciones a sus hijos.

El problema es que esa narrativa ya no tiene gran efecto en los estadounidenses actuales. Lo fácil sería decir que los blancos racistas son los que disgustan del folclor mexicano. Mas urge un análisis estadístico de las preferencias de los latinos. Es perezoso decir que a la mayoría les gusta la gastronomía y música mexicanas. En el caso de emblemas como los barcos “nacionales”, recordemos que los latinoamericanos tienen los suyos y sus propias banderas.

Un público que no hemos atendido es el afroamericano, en lo político y en lo turístico, con 145 mil millones de dólares que gastan en vacaciones. México no es su destino preferido, según el Índice “Traveling While Black”' (2023). Prefieren Panamá, Bahamas e incluso Londres.

La comunidad india de EU tiene más influencia política que la mexicana pese a ser menor en número y más reciente. Los indoamericanos ya han tenido precandidatos y candidatos presidenciales e influencia en la Casa Blanca, siendo sólo 4.8 millones. México no ha desarrollado alianzas profundas con este influyente grupo.

En la cultura popular de EU, el concepto hillbilly se refiere a personas blancas pobres, según la enciclopedia de Arkansas. Mas, se ha convertido en una narrativa de orgullo con grandes efectos electorales. El libro Hillbilly, una elegía rural, del vicepresidente J. D. Vance, expone a una clase trabajadora que se siente desplazada. El enojo es real y convive con el rechazo a empleados extranjeros y migrantes. A este grupo demográfico tampoco le han sabido hablar los mexicanos, ni hay una campaña mediática en inglés para lograrlo. Nos quedamos en los años 80, pensando en Texas, California y la frontera.

El Cuauhtémoc encalló en un puente, pero se hizo más famoso, como le pasó al Titanic. Quedamos en espera de símbolos mexicanos que cautiven a los nuevos tipos de estadounidenses.

Especialista en geopolítica y miembro de Comexi

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.