A punto de cumplirse lo que para muchos es una sentencia y golpe mortal, por parte de Clara Brugada a los usuarios de vehículos eléctricos menores, mismos que serán expulsados de las ciclovías y, en opinión de muchos lectores que ya hemos publicado, entregados a la extorsión, cortesía de nuestra “honrada” policía de tránsito, existe un tema paralelo en este gran problema: las decenas de miles de baches que hay en nuestras calles.
La Ciudad de México, con su vasta superficie de aproximadamente mil cuatrocientos noventa y cinco millones de metros cuadrados, enfrenta un problema de infraestructura vial que trasciende lo meramente económico. Si la especulación de algunos expertos que nos han escrito es certera y la capital alberga hasta medio millón de baches, estas "cicatrices" en el asfalto no sólo son un dolor de cabeza para los automovilistas, sino que representan un peligro mortal y silencioso para los usuarios de vehículos de movilidad personal y ligera, como scooters y motocicletas eléctricas.
Hemos visto algunas publicaciones en redes, mismas que curiosamente son borradas de forma misteriosa al cabo de horas o días, donde algunos jóvenes anónimos pregonan el hashtag “PintaUnBacheSalvaUnaVida”, dedicado a hacer visibles con pintura amarilla, sobre todo en horas nocturnas, los baches que son un riesgo mortal para vehículos como scooters, motos eléctricas, bicicletas y otros.
En las mismas cuentas se dice que trazar un círculo amarillo alrededor de un bache es una protesta silenciosa que muestra la indiferencia de las autoridades en las alcaldías y en todo el gobierno capitalino que pregona que sacar a las decenas de miles de vehículos eléctricos de las ciclopistas “salvará vidas”.
Hace poco fuimos testigos en avenida Félix Cuevas, cómo una joven que conducía un scooter a baja velocidad fue lanzada literalmente por los aires al insertarse en un bache profundo que se encontraba cercano al carril del trolebus.
El material tradicionalmente usado para el bacheo, el concreto asfáltico o chapopote, ha demostrado ser una solución temporal y frágil. Como se ha documentado, las reparaciones suelen dañarse a los pocos meses debido a la combinación del suelo lacustre, las infiltraciones de agua y el tráfico constante y a veces de trailers pesadísimos con poca regulación.
Para un vehículo ligero, especialmente aquellos con llantas de diámetro reducido como los scooters y las motos eléctricas, un bache es más que un daño material, es un riesgo de accidente grave y mortal. Un impacto a velocidad puede desestabilizar al conductor, provocar caídas con consecuencias fatales o dañar irreversiblemente componentes vitales
y costosos, como las baterías y los sistemas de suspensión. La persistencia de este problema, que se resiste a la reparación con materiales más flexibles y duraderos como los asfaltos modificados con polímeros o el concreto hidráulico que usan otras ciudades sísmicas, condena a los usuarios de micromovilidad a transitar en un constante estado de vulnerabilidad.
Esta peligrosa realidad vial choca de frente con la iniciativa regulatoria promovida por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, que, como mencionamos, señaló que se salvarán vidas al prohibir la circulación de vehículos como scooters, bicicletas y motos eléctricas que superen los 25 kilómetros por hora en las ciclovías de la ciudad.
Nuestros lectores han hablado en columnas anteriores de la grave incoherencia que esto plantea al no ofrecer alternativas seguras, pues al expulsa a estos vehículos de los carriles protegidos y obligarlos a circular por las calles y avenidas, la ley los empuja directamente al caos del tráfico vehicular y a la trampa de los baches.
“Incluso se agrava el problema de la seguridad vial, porque los genios asesores de Brugada, no le explicaron que si bien un vehículo eléctrico puede superar los 25 kilómeros por hora, rara vez llega a los 35 kph porque el cálculo de su velocidad no toma en cuenta el peso del conductor. Entonces tendremos a vehículos lentos que no correrán a más de 35 kph siendo acosados y esperemos no embestidos en vías rápidas donde el límite es mínimo 50 kph. Un aplauso para los que no conocen matemáticas básicas ni seguridad”. Menciona el lector D. A.
En columnas aneriores leímos también el malestar de algunas madres y padres de familia que han encontrado en los vehículos eléctricos una alternativa para trasladar a sus hijos, de cómo arriesgarán próximamente la vida con cientos de miles de baches y tráfico. Y también cómo serán objeto de extorsión de policías, gracias a esta errónea política claramente recaudatoria.
La paradoja es evidente: La Ciudad promueve la transición hacia vehículos eléctricos y de cero emisiones. La Ciudad aprueba una ley que saca a los vehículos, entre comillas, “más rápidos” de los carriles protegidos. La Ciudad no garantiza la seguridad mínima en las vialidades principales, plagadas de baches que actúan como trampas mortales.
En esencia, se les ofrece un dilema peligroso a los usuarios de vehículos eléctricos ligeros: o circulan por la ciclovía a una velocidad que interfiere con los ciclistas, o se exponen al riesgo de accidentes graves o mortales en un asfalto deteriorado, lleno de hoyos que han visto su vida útil acortada por el ineficaz uso del chapopote.
La verdadera promoción de la movilidad eléctrica y sustentable requiere no sólo regulación, sino una inversión urgente en infraestructura que garantice la integridad física de sus usuarios, comenzando por tapar, de una vez por todas, ese posible medio millón de trampas viales.
Y ya entrando de lleno al cotorreo, como diría mi abuela, les falta visión a nuestros políticos por conservar sus tratos con la arcaica mafia del chapopote. Podrían inflar más sus presupuestos añadiendo otros materiales que han mostrado su eficacia en zonas de alta actividad sísmica. Entre ellos el concreto hidráulico de alta resistencia, los asfaltos modificados y polímeros y aplicar también las bases nuevas etabilizadas con materiales cementantes.
En verdad, se están quedando cortos con el chapopote señores políticos, no sean como el trístemente recordado Hilario Ramírez, ex alcalde del municipio de San Blas, que en su época dijo: “Sí robé, pero poquito”, ustedes pueden más, en verdad me están fallando…les dejo un enlace muy ad hoc con el tema de Sofía Niño de Rivera https://vt.tiktok.com/ZSDspodbh/
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