La frase “llamarada de petate” utilizada en el México antiguo, se refiere con mordacidad a esos intentos o cambios anunciados con bombo y platillo y que al igual que un petate que se incendia, su llama solo dura un cortísimo periodo de tiempo.

Lo mismo ocurrió en semanas pasadas con el Parque San Lorenzo, ubicado en la colonia Tlacoquemecatl Del Valle, que alberga el histórico templo del mismo nombre.

Nos comentaron numerosos lectores que después del reportaje que publicamos hace dos sábados, donde denunciábamos la falta de limpieza de dicho parque y los destrozos que se cometen en él, ese mismo lunes una cuadrilla de trabajadores enviada por la Alcaldía Benito Juárez, llegó con pipas de agua a regar el abandonado parque, también el servicio de limpia madrugó y desde temprano se quitaron los kilos y kilos de basura de los botes.

Parque San Lorenzo. Foto: Homero Bazán
Parque San Lorenzo. Foto: Homero Bazán

Incluso algunos policías estuvieron repartiendo volantes de seguridad (sacando muchas fotos de toda la actividad para tener pruebas de la “eficiencia de la Alcaldía”). Paralelamente, se inició la construcción de unas esquinas de seguridad en cada borde del parque, mismas que han molestado a los vecinos por lo tardado de su proceso que ya lleva varias semanas (bueno lo importante es hacerlas a la mexicana, es decir, en el mayor tiempo posible para inflar presupuestos).

Sin embargo, el triste despertar vino en el fin de semana posterior a la publicación del reportaje, porque nuevamente los desperdicios que denunciamos volvieron a acumularse en los botes pasando más de 72 horas para que fueran recogidos, devolviendo después de la llamarada de petate triunfalista de la Alcaldía Benito Juárez, el cada vez más propagado mote a San Lorenzo de “el parque más apestoso de la ciudad”.

Incluso descubrimos con tristeza que algunas de las áreas cercanas al templo de San Lorenzo, habían sido vandalizadas y los botes cercanos estaban al tope de bolsitas de excremento de perros.

Para que no exista sospecha de exageración, incuimos varias fotos tomadas por vecinos el fin de semana pasado, que muestran claramente el abandono y la falta de coordinación de la Alcaldía Benito Juárez para resguardar este sitio histórico.

Algunos de los colonos se preguntan si el Instituto Nacional de Antropología e Historia, dirigido por Diego Prieto, que ha catalogado como

joya del patrimonio al Templo de San Lorenzo, podría ejercer alguna acción jurídica en contra del alcalde Luis Mendoza por la situación en la que se encuentra el conjunto que rodea al inmueble. Todas éstas son preguntas y comentarios válidos de decenas de vecinos.

Creo que convendría hacer un resumen de la nota publicada en este mismo espacio hace algunas semanas:

Caminando por el parque San Lorenzo de la colonia Tlacoquemécatl Del Valle, me encontré con un par de tumbas que bordean el antiguo templo, también de San Lorenzo, construido en 1618 y que alguna vez fue la construcción principal del cementerio que funcionó hasta principios del siglo XX y que posteriormente sería desmantelado por el regente de hierro Uruchurtu.

Muchos de los vecinos que hoy pasean con sus perros por este sitio, ignoran que en las isletas de pasto y árboles están pasando prácticamente por antiguas tumbas, pues si bien muchas fueron trasladadas al cementerio de San Lorenzo Tezonco, al menos una tercera parte se quedó para siempre en los terrenos.

Este cementerio y la capilla de San Lorenzo, cuya festividad es cada 10 de agosto, fueron testigos de las dos grandes epidemias de cólera que vivió el país, la de 1833 y la de 1850.

Por su localización alejada del primer tramo de la ciudad, este lugar se convirtió en el depositario de muchos cuerpos de niños, jóvenes y adultos que murieron en las dos terribles oleadas pandémicas del siglo XIX y que dejó una profunda huella en nuestra historia urbana.

Hoy el templo de San Lorenzo, declarado monumento nacional desde 1930, es un testigo majestuoso de muchos pasajes oscuros y luminosos de nestra historia, sin embargo entristece que el parque donde se encuentra en la colonia Tlacoquemecatl Del Valle, sea uno de los más descuidados de la Alcaldía Benito Juárez.

Cerros de basura se acumulan cada fin de semana en el área de sus canchas de juegos, producto de grupos de niños y niñas scouts que lo han tomado como su punto de encuentro y dejan los botes y bancas llenos de basura. A veces con cajas de pizzas y sobras de comida que estan en descomposición hasta por 72 horas.

Las áreas de pasto también se encuentran devastadas porque son usadas para las mismas prácticas de los niños exploradores, eso sin contar que entre semana el parque es el comedor preferido de los oficinistas que trabajan en la decena de grandes edificios cercanos, quienes dejan colillas, basura y desperdicios, mismos que aunado a las bolsas de las mascotas, hacen que el pequeño parque sea uno de los más apestosos de la ciudad.

Hace falta que la Alcaldía Benito Juárez ponga manos en el asunto y duplique los turnos de limpieza, jardinería y levantamiento de desperdicios para este pequeño islote histórico que ha sido secuestrado por la modernidad.

Ya ni hablar de los viene viene que esconden sus cubetas y garrafones de plástico con los que apartan lugares en los matorrales del mismo parque, incluso traspasando el perímetro de monumentos como el del famoso ahuehuete de centenares de años apodado El guapo y que se encuentra enrejado para su conservación. En fin, un poco de respeto a la historia y a los lugares, como éste, donde descansan los restos de antiguos mexicanos, no estaría mal.

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