Información de dudosa procedencia”, se afirma en un video que se viralizó el lunes pasado, atribuido al Cártel Jalisco Nueva Generación, sobre los escabrosos hallazgos realizados a principios de mes en el rancho Izaguirre por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco.

En dicha grabación se asegura que no existen pruebas de que en ese rancho ubicado en Teuchitlán haya existido un centro de exterminio. “¡No encontraron nada!”, vocifera un presunto integrante del grupo criminal, cubierto con pasamontañas y con un arma de alto poder en la mano, quien se lanza a continuación contra los medios —que no escogen con más cuidado “sus testimonios”— y contra el colectivo que denunció el hallazgo de ropa, zapatos, osamentas humanas calcinadas y al menos tres agujeros cavados en la tierra, presuntamente empleados como hornos crematorios en aquel rancho.

“Lo que hicieron fue sembrar e idear una película de terror para causar furor en las redes sociales”, asegura el encapuchado, quien sostiene poco después que gracias al cártel “Jalisco está tranquilo”, “que hay cero homicidios en las comunidades rurales” y pregunta si lo que se quiere “es otro Sinaloa”.

“¡Somos el pueblo, servimos al pueblo y estamos con el pueblo!”, concluye.

Las dudas sobre la autenticidad del documento —una apología de la pax narca, que se encima con el discurso lopezobradorista contra los medios y las madres buscadoras, y que para colmo se halla rubricado “por el pueblo”— brotaron de inmediato: en lo relativo al rancho, el video repite puntualmente, venga o no del Cártel Jalisco, la narrativa que el gobierno ha ido construyendo en los últimos días.

Carlos Loret adelantó ayer el sentido de las primeras investigaciones realizadas por la Fiscalía General de la República, las cuales serán dadas a conocer esta misma mañana por Alejandro Gertz: Teuchitlán no fue un campo de exterminio, sino solo un campo de entrenamiento. No murieron ahí cientos de personas… sino solo tres, “una empalada y dos más incineradas”.

¿Será esta la nueva Verdad Histórica? ¿Qué va a hacer el gobierno de Claudia Sheinbaum con los testimonios de las víctimas que afirman haber estado en Teuchitlán y hablan de asesinatos en masa cometidos en ese sitio?:

“Los mataron porque preguntaron si alguien quería irse y los que respondían que sí, los mataban enfrente de todos. También mataban a los que querían escapar brincándose la barda”.

“Nos hacían pelear entre nosotros para medir nuestra fuerza. Si alguien se quejaba o no resistía, lo mataban. Luego teníamos que cavar fosas y prender fuego a los cuerpos”.

“No nos enseñaban una técnica como tal (para desmembrar), más bien era como tú fueras entendiendo. No hay día que no piense en eso y no hay día que no me atormente”.

En una entrevista con Marcela Turati, la académica Alejandra Guillén ha incluido Teuchitlán dentro de un circuito de desaparición de personas ubicado en la región montañosa que colinda con Guadalajara y que comenzó a emerger con claridad tras el descubrimiento en 2017 de un campamento situado en Tala.

Ya desde entonces Guillén se había referido a una serie de desapariciones ocurridas en la central camionera de Tlaquepaque, y que involucraban a jóvenes enganchados con falsas promesas de empleo —un hecho que todavía en agosto pasado el entonces gobernador Enrique Alfaro se empeñaba en negar.

Guillén recogió dos años más tarde, en colaboración con el periodista Diego Petersen, testimonios de personas que vieron llegar por decenas a las víctimas del cártel a los campos de entrenamiento y exterminio. Oyeron hablar de gente que era asesinada, seccionada y echada al fuego: “No ocurrió en un campamento o en un único sitio, se incineró en muchos otros lugares”, dijo la académica.

Guillén recuerda uno de esos testimonios de manera brutal: uno de los sobrevivientes “encontró una cantidad de gente hacinada… cagada, meada, con hambre, sed, maltratada, y con una mirada miserable”. Esas personas fueron descritas “como gente que ya no tuviera alma, porque les han hecho mucho daño”.

Fernández Noroña, el Cártel Jalisco y el fiscal Gertz podrán decir lo que gusten de Teuchitlán, pero ese circuito de desaparición y exterminio al que se refiere Guillén no pudo y no puede existir sin la colusión y el conocimiento de todos: especialmente durante el sexenio de Enrique Alfaro, en el que todo se agravó y negó, así como durante el sexenio de AMLO, que fue de escandalosa y transparente complicidad con el crimen.

Hay un problema más grande y más complejo que Teuchitlán y no va a resolverse con la descalificación y la persecución de las madres buscadoras que lo volvieron noticia mundial.

Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de apartarse de una vez por todas de la política criminal de su antecesor. O puede también postular, en el tema de las desapariciones, su propia Verdad Histórica.

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