“Buitres” y “comentócratas carroñeros”. De ese modo definió ayer la presidenta Claudia Sheinbaum a quienes alzaron la voz tras el cobarde asesinato, ocurrido el sábado pasado durante la fiesta por el Día de Muertos, del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez.

Cada vez más cercana al tono y el estilo de su antecesor, la presidenta de México desautorizó las muestras de indignación que sacudieron las redes y los medios de comunicación tras el asesinato de un alcalde que se negó a arrodillarse ante el crimen organizado y que llevaba meses implorando, exigiendo en todos los tonos el auxilio del gobierno federal para acabar con los asesinatos y las extorsiones y arrancar a los cárteles el control que tienen sobre el municipio.

“¿Realmente les importa Michoacán? ¿Realmente les importa Uruapan? No”, dijo la presidenta. Según la doctora Sheinbaum, solo se trató de andanada de la derecha, de “conductores o dueños o concesionarios”, y de los “buitres” que andan buscando pretextos para golpear a su gobierno.

“En ningún momento escuché una condolencia a la familia, pero eso sí, como buitres…”, dijo con el rostro descompuesto.

Según el conteo del periodista Arturo Ángel, la presidenta solo mencionó una vez durante su “mañanera” a Carlos Alberto Manzo, pero mencionó en diez ocasiones, en cambio, al expresidente Felipe Calderón, quien salió del cargo en 2012, y a quien acusó de la violencia que cimbra Michoacán. “Violencia que apenas estamos disminuyendo. Fueron seis años de Calderón y seis de Peña, y apenas cambió la estrategia”, dijo, sin recordar los seis años del gobierno de López Obrador, en los que la población fue abandonada por completo en manos de los criminales.

De modo que la presidenta y la 4T tienen, además de todo, el monopolio de la indignación. “Hasta el derecho a indignarnos nos quieren quitar”, escribió en su cuenta de X la polémica Karla Estrella.

El mal lunes de la presidenta comenzó con el recuento de los siete alcaldes asesinados en Michoacán en los últimos tres años, tres de los cuales fueron acribillados durante el gobierno de Sheinbaum.

En esa lista están el alcalde de Contepec, Enrique Velázquez, y el de Aguililla, Arturo Valencia Caballero, ejecutados entre febrero y marzo de 2022. Está también la alcaldesa de Jacona, Miriam Ríos Ríos, con otros tres alcaldes asesinados a lo largo de 2024: los de Cotija, Aurelio Santos Contreras y Yolanda Sánchez Figueroa, y el de Churumuco, Guillermo Torres Rojas.

Antes de Manzo, fueron asesinados los presidentes municipales de Tacámbaro, Salvador Bastida, y de Tepalcatepec, Martha Laura Mendoza.

El mismo mal lunes en el que la indignación fue monopolizada desde la “mañanera”, circuló el brutal conteo de Data Cívica, que informa que 63 personas que formaron parte del servicio público fueron asesinadas en Michoacán en los últimos cinco años.

El mismo lunes de los “buitres” y los “carroñeros” se constató con cifras oficiales que octubre de 2025 cerró en Michoacán con 122 homicidios: la entidad se colocó como la tercera más violenta del país, debajo de Guanajuato (147) y Sinaloa (127).

Más de la mitad de esos homicidios se dieron en Morelia, Zamora y precisamente Uruapan.

El asesinato de Carlos Alberto Manzo llega solo unos días después de que el cadáver del líder de los limoneros de Apatzingán, Bernardo Bravo, quien llevaba años denunciando las extorsiones de Los Viagras y el Cártel Jalisco, y señalando con nombre, apodo y apellido a los jefes criminales de la región, apareciera en un camino de Michoacán.

Apenas en junio pasado, el periódico Reforma informó que durante el gobierno de Claudia Sheinbaum han matado a un alcalde cada mes. De acuerdo con el diario, la cifra supera las del primer año en los sexenios de AMLO, Peña Nieto y Calderón: con Peña fue asesinado uno cada dos meses; con Calderón, uno cada 2.5.

La lista de presidentes municipales asesinados sigue creciendo: a Alejandro Arcos, de Chilpancingo, y a Román Ruiz, de Candelaria Loxicha, Oaxaca, los mataron en octubre de 2024. A Jesús Franco Lárraga, de Tancanhuitz, San Luis Potosí, en diciembre de ese año.

En mayo de 2025 mataron a Mario Hernández, de Santiago Amaltepec, Oaxaca; en junio, a Isaías Rojas Ramírez, de Metlatónoc, Guerrero y a Lilia García, de San Mateo Piñas, Oaxaca.

En julio, a Acasio Flores, de Malinaltepec, Guerrero, y en octubre a Miguel Bahena Solórzano, de Pisaflores, Hidalgo.

Como siempre, las víctimas no son, desde luego, estos alcaldes. La única víctima es el gobierno que, para curarse en salud, quiere quitarnos, como afirma Estrella, hasta el derecho a la indignación.

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